Cultura

La puerta malagueña a Sefarad

  • En plena rehabilitación del centro histórico, la huella de la presencia judía en la ciudad hasta 1492 se mantiene como incógnita dada la ausencia de testimonios documentales y urbanos

En los últimos años se ha vuelto a hablar con soltura de la judería de Málaga a cuenta de la reforma del centro histórico emprendida por el Ayuntamiento. Gracias a la iniciativa de la Comunidad Israelita de la ciudad, la rehabilitación ha reservado un núcleo emblemático para la memoria de la presencia de judíos en el mismo enclave hasta 1487, cuando fue decretada su expulsión. Este núcleo se localiza en lo que antaño se conoció como la Plaza de las Nieves, en el entorno delimitado por las calles Granada, Alcazabilla, Zegrí y Postigo de San Agustín. Bajo la advocación de Ibn Gabirol, silente en su escultura de los jardines del Museo Picasso, se restauró el torreón mudéjar como infraestructura turística y, si el Pimpi Marinero lo permite, en sus inmediaciones se construirá una sinagoga y un centro sobre cultura judía. Sin embargo, para emplear en Málaga el término judería hay que armarse de todo el escrúpulo que uno sea capaz de atesorar, ya que la verdadera judería que existió en la ciudad durante la Edad Media constituye hoy un enigma: no quedan testimonios urbanos ni documentales que arrojen datos suficientes para señalar con absoluta precisión en el mapa la extensión que ocupó esta población hasta finales del siglo XV, y sólo en el siglo XX fue posible hacer una composición de lugar. Ni siquiera las excavaciones arqueológicas realizadas en las inmediaciones, del Teatro Romano a la calle Cister pasando por el Museo Picasso, han sacado a la luz restos de la vieja judería, por más que hayan sido reveladoras en cuanto a fenicios, cartagineses, romanos y bizantinos. Asistimos a otra paradoja notable dado que los registros historiográficos señalan a la comunidad sefardí de Málaga como una de las más importantes del reino nazarí de Granada. ¿Quiénes fueron, entonces, aquellos judíos malagueños? ¿Cómo vivían? ¿Cómo se relacionaban con musulmanes y cristianos?

Una de las fuentes más fiables y solventes a las que se puede acudir para responder a estas preguntas es el estudio Los judíos en la Málaga de finales del siglo XV, que publicó en 2009 la historiadora María Victoria García Ruiz en la revista Baetica. Estudios de Arte, Geografía e Historia, que edita la Facultad de Filosofía y Letras de la UMA. García Ruiz recuerda que, según el cronista Andrés Bernáldez, "al tiempo de la conquista de Málaga había en Málaga alrededor de 450 judíos, que fueron deportados como esclavos en octubre de 1487. Pero, pese a las deportaciones, se fue recomponiendo la comunidad judía, constituyéndose incluso una judería que albergaba con toda probabilidad una cifra de vecinos simular a la que existía en época musulmana, si bien es cierto que su existencia fue efímera porque desapareció tras el decreto general de expulsión de 1492".

Según Gozalbes Cravioto, los primeros testimonios sobre la comunidad judía en Málaga se remontan al siglo XI, cuando "tras la represión a la que se vieron sometidos los judíos de al-Ándalus se detectó en Málaga la presencia de emigrados procedentes de Córdoba, lo cual implica que a finales del siglo X ya existía en Málaga una comunidad capaz de servir de refugio a numerosos judíos cordobeses". Desde finales del siglo XI hasta mediados del siglo XII esta comunidad vivió una época de prosperidad, truncada con la represión almohade que llegó a provocar la desaparición de la judería. El cronista de Pero Niño confirma que la misma ya había vuelto a resurgir a comienzos del siglo XV, vinculada a la Casa de los Genoveses dado que a ambos lugares acudían los marinos a realizar sus negocios.

Sin embargo, ni éstas ni ninguna otra crónica del siglo XV da pistas sobre la localización de la judería. En los Libros del Repartimento de Málaga se recogen al menos referencias a un elementos imprescindible de toda judería: la sinagoga, así como a la mansión de un judío opulento llamado Abrahem Haçan próxima a la misma. Francisco Bejarano Robles fue el primero en delimitar la Judería, a partir de los Repartimientos que él mismo editó en 1932, entre las actuales calles Alcazabilla, Granada, Santiago y Postigo de San Agustín. A partir de la reconstrucción urbana de la Málaga nazarí, posteriormente se pudo constatar que tanto la sinagoga como las casas entregadas en 1488 al judeoconverso Fernán Beltrán se hallaban en una calleja que se adentraba por la calle Redes y salía a la calle Real; por tanto, según García Ruiz, "la calleja se encontraba entre las actuales calles Postigo de San Agustín y Granada, ocupando con toda probabilidad parte del solar que actualmente ocupa el establecimiento de Bodegas El Pimpi". Por consiguiente, "no es desacertado pensar que el barrio de los judíos se hallaba en este sector próximo a la Alcazaba, ocupando un tramo de la calle Redes (hoy Postigo de San Agustín), que en otras ocasiones figura también como barrera de la calle Monteros, pero sin perder de vista que la actual calle Zegrí, llamada en los Repartimientos otra barrera de la calle Monteros, también era parte de la judería".

Los judíos malagueños cautivados en 1487 fueron confinados en Carmona. La reina Isabel no negoció su liberación hasta 1489, cuando muchos de estos judíos regresaron a Málaga y se instalaron en el arrabal de la Puerta de Granada. La presencia de judíos en la Málaga cristiana suscitó la queja de numerosos vecinos ante el Concejo, y tras un primer decreto promulgado en 1490 por el que se conminaba a los judíos a abandonar la ciudad (tras lo que no pocos cristianos heredaron las casas del arrabal), los reyes acordaron la expulsión general en 1492. Unas 36 familias malagueñas salieron de los puertos de Málaga y Almuñécar. Se estima que cuando se anunció la expulsión vivían en el reconquistado reino de Granada unos 3.000 judíos. El resto es olvido.

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