Cultura

"No he querido hacer arqueología, todas las novelas son fantasiosas"

  • El narrador describe las tensiones entre la religión y el conocimiento en su novela 'Tormenta sobre Alejandría', en la que ofrece una recreación alternativa de Hipatia

En la piscina que una vez habitaron los cocodrilos que protegían a Isis, en el templo dedicado a la diosa, aparece asesinado Epiménides, un escriba que investiga a diario los textos gnósticos. Consciente de que este crimen coloca a la Biblioteca de Alejandría en una situación incómoda, la directora de la institución, la filósofa Hipatia, pide ayuda al duque Demeas, encargado de la investigación. Así arranca Tormenta sobre Alejandría (Alfaguara), una novela con la que el sevillano Luis Manuel Ruiz recrea, con su característica habilidad para conjugar reflexión y entretenimiento, el final de una civilización.

-Ha tenido mala suerte. Llevaba tiempo con la novela terminada, y aparece al mismo tiempo que la película de Amenábar.

-Tuve una crisis cuando tenía el libro empezado, llevaba tres o cuatro capítulos y me enteré del proyecto de Amenábar. Pensé que tendría que enfrentarme a las acusaciones de oportunista y que tendría que dejarlo. Pero la historia me gustaba, tenía los personajes muy trabajados y decidí continuar.

-¿Coincidir con el estreno de Ágora le perjudica o favorece?

-La gente me dice que puede beneficiarme. La película puede hacer que la gente se acerque al libro, pero también hay otras novedades editoriales sobre el tema, y la gente puede pensar que es una más...

-Lo que usted llama, con ironía, un brote de hipatitis.

-Es impresionante, el otro día me metí en un blog y descubrí libros sobre el tema que no tenía localizados, incluso alguna reedición que habían hecho ahora. Por suerte, al menos, mi novela no tiene el nombre de ella en el título...

-En su blog, usted reconoce varias licencias que se ha permitido: Hipatia nunca fue directora de la Biblioteca de Alejandría, en ésta nunca hubo una sala de consulta como la que se describe...

-No he intentado hacer arqueología. Todas las novelas, al ser novelas, son fantasías. Yo lo que quiero, digamos, es que la ambientación general sea apropiada. Las obras de Dumas, de Walter Scott, de Stevenson, son anacrónicas hasta la risa, pero son historias que siguen conservando su qué, te siguen llamando. Eso me interesa más que las historias que son un acopio de datos y cuya trama no te atrapa.

-Los personajes del libro son atípicos, inesperados. El protagonista, Demeas, es un investigador paralizado por el luto tras la muerte de su amada.

-Dudo que la psicología de ese personaje tuviera mucho que ver con ese tiempo, pero he intentado que fueran personajes llamativos: no son simpáticos, no mantienen una relación fluida con el lector ni son fácilmente identificables. Hipatia, por ejemplo, no es alguien atractivo en el sentido de que no es la heroína contra los malos.

-Con una historia como la que cuenta, corría el peligro de haber caído en el maniqueísmo.

-La tentación de la historia era decir que todos los cristianos son malos, que la religión es muy mala, mientras que la razón nos permite entender las cosas como son. Por eso trabajé para que los filósofos no fueran tan buenos ni tan listos. Yo no planteo la filosofía y la razón contra la religión. Yo planteo, al fin y al cabo, que todo lo que se pretenda en posición de la verdad absoluta, sea de un bando u otro, está equivocándose.

-Sigue fiel a su estilo. Combina una trama policiaca con cierta densidad reflexiva.

-El problema es cómo hacer algo profundo, con toda la antipatía que pueda causar esa palabra, sin dejar de ser entretenido. Cuando empecé a escribir había demasiadas cosas en las que pensaba y que tenían una difícil expresión. Yo creo que eso lastraba mis primeras novelas: no estaban mal escritas, pero no están redondeadas argumentalmente, y a los personajes les sigue faltando algo. El camino que he ido tomando es cada vez más novelesco, abierto quizás a un público mayor. El gran reto es mantener cierta carga de pensamiento sin que pierda la historia. Me gustaría quedarme en ese equilibrio.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios