marina heredia. cantaora

"Mientras no quieras dar gato por liebre, no hay límites en el flamenco"

  • La artista granadina, ganadora del Giraldillo en la Bienal de Flamenco de 2016, está de gira por España junto a Dorantes con 'Esencias', un espectáculo que aúna piano y batería

Marina Heredia y Dorantes dan un concierto durante la extensión del Festival de Música y Danza de Granada este año.

Marina Heredia y Dorantes dan un concierto durante la extensión del Festival de Música y Danza de Granada este año. / álex cámara

Marina Heredia (Granada, 1980) se crió en el Albaicín jugando a ser flamenca. Se arrancaba por bulerías con total naturalidad en las fiestas familiares cuando era una niña. Allí estaba su padre, el cantaor Jaime Heredia El Parrón, un pilar fundamental en su carrera, el bailaor Manuel Santiago Maya Manolete o el mismísimo Enrique Morente. De casta le viene al galgo, que diría el refrán. Después de su debut en 1992 -con sólo 12 años, cabe recordarlo- vendrían las giras, los premios, los discos, las colaboraciones con orquestas o en óperas. La intérprete, que dice vivir ahora "un momento dulce" a nivel personal y artístico, ganó el Giraldillo al cante en la Bienal de Flamenco de Sevilla de 2016 y se encuentra de gira en estos momentos con Esencias, un espectáculo al alimón con el pianista lebrijano David Peña Dorantes.

-Esencias es un espectáculo con piano y batería. ¿Hay líneas rojas, como diría un político, que no se deba cruzar nunca en el flamenco?

A nivel artístico, intento ser feliz con lo que hago, y que eso que canto me remueva y me diga cosas por dentro"Los niños tienen que saber quién es Messi o Cristiano, pero también quién es Camarón o La Niña de los Peines"

-Si las hay, yo no las conozco. La cuestión es no perder el norte. El flamenco es una música que está viva y que se puede comparar, y casi siempre gana, con cualquier otra música. Mientras no se intente dar gato por liebre, no hay límites en el flamenco.

-¿Hay artistas que en los últimos años se han apropiado del flamenco y lo han desvirtuado, como dicen algunos ahora?

-Eso siempre ha pasado. La palabra flamenco y la filosofía flamenca venden mucho. Y algunos se aprovechan de ellas para vender su moto.

-¿Rosalía, por ejemplo, ha vendido bien su moto?

-No puedo opinar de su trabajo porque no lo he escuchado en profundidad. He podido oír alguna canción en la radio. Que me puede gustar o más o menos el tipo de música que hace, su voz o sus formas, pero lo que sí digo es que eso no es flamenco. Te puede gustar un artista por su timbre, o por el mensaje de sus letras. No digo que estos artistas sean mejores o peores, eso lo dejo a elección del público, pero eso flamenco no es. Si uno no tiene unos mínimos conocimientos o una base, y no entro ya en que sepa diferenciar entre una soleá de Alcalá y una de Triana, le pueden vender una música como flamenca y que no lo sea.

-¿Cuán grave le parece que el flamenco no esté incluido en los libros de textos escolares?

-De ahí parte el error, me parece. Las instituciones deberían defender nuestro flamenco. En el caso de las instituciones andaluzas, es de juzgado de guardia. Los niños en Andalucía tendrían que estudiar el flamenco. Los niños tienen que saber quién es Messi o Cristiano, pero también quién es Camarón, Caracol o La Niña de los Peines.

-Hablamos de una música que nació al calor de Andalucía y que ha sido nombrada por la Unesco Patrimonio Inmaterial de la Humanidad...

-Los niños pequeños son como esponjas. Si se les enseña qué es el flamenco en un contexto divertido, seguro que lo interiorizan y cuando sean mayores podrán decir si les gusta o no.

-Se crió en el barrio del Albaicín, con un padre cantaor. ¿En qué medida la tradición familiar y el lugar en el que uno nace condicionan?

-Es un arma de doble filo. Interiorizas el flamenco desde muy pequeña porque lo ves en casa desde que naces, te crías en eso, juegas con eso. A la hora de hacerte profesional, necesitas tomártelo en serio y saber emprender un camino en solitario. Ahí no vale que tu padre se llame Pepe, Antonio o Juan. Respecto a criarte en Granada, como es mi casa, es algo muy importante en el aprendizaje. El flamenco granadino es un flamenco muy peculiar. Sus sonidos, sus formas de hacerlo, hasta las letras son distintas.

-Ha cantado ópera, rancheras, tangos. ¿Se ha sentido en algún momento una outsider?

-Intento coger las cosas que están bien y descartar las que no. Hay cosas que están fatal, como la industria misma. Pero afortunadamente he podido colaborar con muchos músicos, y muy dispares entre sí. Eso te va enseñando a lo largo del camino. A nivel artístico, intento ser feliz con lo que hago, que me remueva por dentro, que eso que canto me diga cosas. Intento no estancarme ni aburrirme.

-De su trabajo se desprende una curiosidad por ir más allá. ¿Ese amor por otras músicas lo alimentó desde pequeña?

-Por mi casa han pasado muchos artistas, algunos flamencos, otros no. Mis padres siempre han sido muy buenos anfitriones. Así que he tenido la suerte de cruzarme con pintores, actores... Eso te da amplitud de miras.

-En 2009 tuvo el honor de ser la primera mujer flamenca en actuar en el Auditorio Nacional de España. ¿El flamenco ha dejado de ser machista?

-No es que el flamenco fuera machista, es que la sociedad era machista. El flamenco ya no lo es porque la sociedad ha cambiado. Creo que la mujer ahora tiene otro peso en el mundo y desempeña papeles mucho más importantes.

-Fue muy precoz en su profesión y desde adolescente ya estaba de gira. ¿Alguna vez la han despreciado por ser una mujer joven con talento?

-No. He tenido la suerte de vivir una época menos sexista. La generación anterior a la mía fue la que rompió los tabúes y se partió la cara para que nosotros lo tuviéramos más fácil. Hablo también de la libertad musical, de poder arriesgar sin que nos crucifiquen.

-Ricardo Pachón cuenta que la gente iba en masa a devolver La leyenda del tiempo de Camarón.

-Eso lo cuentan ahora. En ese momento para ellos tuvo que ser un drama. Camarón se adelantó a su tiempo y la gente no estaba preparada para escuchar eso.

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