El microcosmos carcelario no escapa al interés de novelistas y cineastas. La pequeña sociedad que se cuece entre sus cuatro paredes, con sus propias leyes y mecanismos de supervivencia regala materia prima suficiente. Sin embargo, la ficción suele reproducir su parte más polémica y sanguinaria. Grandilocuencias aparte, sin héroes ni villanos, desde la prisión de Alhaurín de la Torre Enrique García ha apostado por relatar en 28 minutos el día a día a través de los ojos de "un chico de clase media que entra para cumplir un año de condena", explica el malagueño. El resultado responde a Tres razones y se presenta el 13 de mayo en los cines de Plaza Mayor (con entrada libre hasta completar aforo). El siguiente visionado será el día 18 en la Facultad de Comunicación.

Lo novedoso de este peculiar cortometraje radica en su germen. Al realizador le propusieron el verano pasado desde el festival de cine de Benalmádena y el Instituto Andaluz de la Juventud impartir durante cuatro días un taller de cine en el centro penitenciario, sin cortapisas de ningún tipo para elegir escenarios y rodar. Enseguida, García vio "una oportunidad única" para contar una historia con los propios presos. Escribió el guión, solicitó los permisos correspondientes, eligió a los actores y trasladó su mejor equipo (está rodado en calidad de cine, con formato Red One) al centro. Se olvidó de cualquier referencia fílmica y optó por escuchar a los propios presos y funcionarios. Encantados con la propuesta, cuarenta de ellos decidieron formar parte activa en la gestación de Tres razones, que cuenta además con una invitada de lujo, Pasión Vega. La cantante pone la voz a un tema escrito por un preso, " como dedicatoria a sus dos hijas", cuenta García.

Los malagueños Chico García, Virginia De Morata, Héctor Medina, Virginia Muñoz, David García-Intriago, Carmen Baquero, Andrés Gálvez, Jaime Noguera y Alberto González conforman el elenco profesional de Tres razones. El resto corre a cargo de reclusos y funcionarios, bien como figurantes, colaborando con el equipo técnico o como compositores de la banda sonora.

Desde la furgoneta de traslado, el protocolo de ingreso y la convivencia en el patio, hasta la cola para recibir la metadona, las llamadas de teléfono y los vis a vis salen retratados en este relato que huye de la violencia extrema en busca de una mayor verosimilitud. Entusiasmado con el proyecto, García pretende convertirlo ahora en un largometraje. Ya tiene la carta de compromiso de la dirección penitenciaria y ahora "falta encontrar la financiación", apunta.