Cultura

El regreso del padre blanco del blues: 80 años no son nada

  • John Mayall vuelve a actuar mañana en el Teatro Cervantes, en esta ocasión en el marco de la gira de su (envidiado) aniversario

Hay algo inevitablemente digno de ver en la gira de conciertos en la que un músico decide embarcarse para celebrar su 80 cumpleaños. El compositor, cantante, guitarrista, teclista y armonicista británico John Mayall (Macclesfield, Cheshire, 1933) los cumplió en noviembre del año pasado y el consecuente tour hace parada mañana miércoles a las 21:00 en el Teatro Cervantes, donde el padre blanco del blues actuó ya en junio de 2011. Y, en fin, John Mayall siempre es John Mayall. Es cierto que su carrera no ofrece precisamente argumentos novedosos desde hace ya tres décadas, por más que de vez en cuando caiga algún nuevo disco de estudio (el último, Tough, apareció en 2009); pero exigir lo contrario a un hombre que fundó su primer grupo, The Powerhouse Four, en 1955, sería demasiado pedir a estas alturas. Y no es menos cierto que, como demostró en Málaga hace tres años, de un concierto de John Mayall pueden esperarse, al menos, notables dosis de limpieza y generosidad. Y esto sí que constituye una rareza en el inestable universo de los veteranos. Mañana, Mayall saldrá a escena acompañado de una banda al uso (Tom Canning a los teclados, Rocky Athas a la guitarra, Greg Rzab al bajo y Jay Davenport a la batería) para hacer lo que mejor sabe. Lo que no es precisamente poco.

Cumplir 80 años constituye un motivo razonable para hacer balance, y en semejantes lides anda metido John Mayall. Tras la edición del Live in London en 2011, su serie Historic Live Shows, comulgante con el más dylaniano espíritu bootleg, va ya por los tres álbumes. La cuestión es que los años de Mayall no sólo son muchos, sino que también han dado para mucho: su reinado junto a The Bluesbrakers a mediados de los 60 junto a Eric Clapton, Peter Green y Mick Taylor; su exilio californiano a partir de 1968 junto a Bob Hite de Canned Heat; la asunción del folk a comienzos de los 70; su etapa jazzística a partir de 1972; la claudicación al pop durante el resto de la década; y la recuperación del blues como estandarte en los 80, hasta el presente. Su nueva gira promete un poco de todo, aunque pasado por el filtro general del blues. El repertorio de los últimos conciertos incluye así luminarias como One life to live, The bear, Help me, So many roads, The sum of something, Somebody's acting like a child, Dirty water, Like a fool, California y el fin de fiesta con Room to move, que presumiblemente sonarán mañana. Y habrá que estar, para celebrar que el blues sigue siendo una cuestión de ida y vuelta.

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