Cultura

El rugido de la bestia

  • Jóhann Jóhannsson firma la que será una de las bandas sonoras de la temporada para 'Sicario', el sombrío 'thriller' de Denis Villeneuve

Se quedó a las puertas del Oscar con el que, a todas luces, era su trabajo más convencional y acomodado para un filme no menos académico y oscarizable, The theory of everything, con el que sí consiguió empero el Globo de Oro.

Pero en 2015 el islandés Jóhann Jóhannsson (Reykjavík, 1969), viejo conocido de los seguidores de la nueva música contemporánea, prolífico autor de proyectos discográficos, música para cine, teatro, concierto o instalaciones multimedia, también director ocasional de cortometrajes (End of summer), tiene una nueva oportunidad de alcanzar la efímera gloria de los premios con -ahora sí- un trabajo a la altura no sólo de una película sólida y potente, sino de su propio lenguaje musical y, sobre todo, de sus exigencias respecto a las relaciones entre música y cine.

La banda sonora de Sicario, editada por Varèse Sarabande, viene a confirmar a un compositor versátil, inspirado y en permanente mutación estilística que no le tiene miedo a las sombras y al lenguaje más árido y ominoso a la hora de acompañar las imágenes de un filme de serie A y clara vocación mainstream.

Dirigido por el canadiense Dennis Villeneuve (Incendies, Enemy), con quien ya colaborara en Prisioneros, Sicario nos lleva a la frontera mejicana para abordar el tema del tráfico de drogas y la violencia de sus cárteles en la batalla (infiltrada) contra las fuerzas del orden de Estados Unidos. Protagonizada por Benicio del Toro, Josh Brolin y Emily Blunt y con una impresionante fotografía panorámica y degradada del maestro Roger Deakins, Sicario ancla buena parte de su turbiedad en el score de Jóhannsson, que sirve una concentrada dosis de tensión, impulsos rítmicos, tonalidades bajas y texturas rugosas sacando un insólito partido del aislamiento de algunos instrumentos tradicionales de la orquesta (especialmente de los violonchelos y la percusión) y de su interacción con la electrónica y otros elementos del "diseño sonoro".

"Es como el latido del corazón de una bestia salvaje que se te acerca cada vez más". Así ha definido metafóricamente el compositor islandés el sonido y las aspiraciones de su música para el filme. "Hay una cierta brutalidad en el tratamiento", ha declarado a Variety, "Dennis y yo queríamos que la música fuese violencia en sí misma, que tuviera una cualidad intensa, insistente, incansable".

Las tonalidades y claves bajas se adueñan de las distintas secciones de la orquesta, de las cuerdas, los metales y la percusión, formada en su mayor parte por tambores militares golpeados en un martilleo constante y marcial: "Se trataba de crear una música que diera la sensación de provenir de debajo de las imágenes y la historia, de los propios túneles donde se mueve la droga, hasta ir apropiándose poco a poco de ella y su superficie". En efecto, la música de Sicario no sólo contamina la película en una dimensión añadida, sino que tiene esa extraña y poderosa cualidad, tan sólo al alcance de las mejores bandas sonoras, de parecer absolutamente integrada con el resto de los elementos, nutriendo el tono, el color y el tempo de los aspectos narrativos, visuales, interpretativos o de montaje en un todo orgánico e indivisible.

Pero también hay hueco para el aire y la respiración momentánea, aunque sea de manera elegíaca y premonitoria de la tragedia. Cortes como Desert music, con protagonismo de los cellos y los violines, apuntan un leve camino de luz y belleza entre el polvo y los escombros; Melancholia cimienta su enrarecido lirismo sobre arpegios en un bajo eléctrico de seis cuerdas; y Alejandro's song, que cierra el disco y acompaña los títulos de crédito finales, puede leerse como un réquiem fronterizo en el que parecieran escucharse las voces de los desaparecidos sepultados bajo el desierto.

Sicario

Jóhann Jóhannsson. Varèse Sarabande - 54 minutos

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