Luis García Montero. Escritor

"Lo que las salvaciones individuales quieren es hundir a las demás"

  • El poeta presentará el próximo viernes en la Feria del Libro de Málaga su tercera incursión en la novela, 'Alguien dice tu nombre' (Alfaguara) en la que Granada se convierte en un personaje más

Granada es uno de los protagonistas de la última incursión en la novela (la tercera ya) de Luis García Montero. El poeta granadino sitúa en la ciudad, en el verano de 1963, su última obra, que lleva por título Alguien dice tu nombre, una nueva colaboración con Alfaguara que presentará el próximo viernes 9 de mayo a las 19:00 en el Centro Andaluz de las Letras (C/ Álamos, 24), dentro de la Feria del Libro de Málaga. "La novela transcurre en parte en la Calle Lepanto, en donde mis abuelos tenían una tienda de música", comenta García Montero , quien explica que el otro escenario de la novela son las calles aledañas al Paseo del Salón, donde los padres del poeta trasladaron después su residencia.

Pero lo que interesa al autor es la historia de esa ciudad de provincias en la que se están viviendo los primeros síntomas de modernidad. Están empezando a cambiar las costumbres, se venden discos modernos, en la costa aparecen las primeras parejas de turistas y extranjeros... "En Granada se oían discos de Miguel Ríos, Paul Anka y los Beatles. Y perdía peso la copla tradicional que había acompañado todos los desconsuelos de la posguerra", comenta. Pero ¿ha seguido la ciudad esa línea de progreso ascendente? "Granada siempre ha tenido una cara y una cruz. La música es sinónimo de ese cambio, de esa Granada de Miguel Ríos, de Enrique Morente, Carlos Cano, Joaquín Sabina... Y la música ha seguido teniendo un peso importante, no hay más que ver la generación de músicos como O91, Los Planetas, Niños Mutantes, Amparanoia... Pero hay también una Granada oficial, la de la cuchilla, la del arzobispo que bendice un libro que pide la sumisión de la mujer".

A pesar del peso que la música tiene en el discurso de García Montero , el poeta ha elegido como protagonista a León Egea, un estudiante de Literatura de primer curso de Universidad y no un músico, que trabaja en una editorial y que mantiene una relación de amistad con su profesor. "Yo fui estudiante de Literatura y quería reflejar ese universo de libros y de autores que en aquella época me llamaban la atención". León Egea admira profundamente a Ignacio Rubio, su profesor de Literatura, al que le gusta Valle-Inclán. Y admira también a Baroja, Galdós, Gorki, Tolstói, Jaime Gil de Biedma y Juan Marsé, y por supuesto, Lorca. "Yo reivindico el derecho a la admiración", sentencia García Montero .

Pero en el verano de 1963, el protagonista no tiene la edad que realmente tenía García Montero sino diecinueve años, porque Egea realmente nació el mismo año que Miguel Ríos. "Escogí ese año porque vi un Nodo de una visita de Franco a Granada y empecé a documentarme: aunque vino por unas inundaciones yo decidí ambientarla en la sequía del verano". El verano sirve al poeta como un segundo escenario del que es el otro eje de la novela: la historia de amor. Se trata de un amor de iniciación con una mujer diecisete años mayor que él, la secretaria de la editorial, Consuelo Astorga. El joven, que sueña con ser escritor y va uniendo el aprendizaje de la vida con el de la literatura, descubre "la sexualidad, el amor, la política y el mundo laboral" en esos meses de soledad, de largos paseos por un barrio que entonces era incipiente: el Zaidín.

"Yo quería hablar de una época en la que los jóvenes se sentían atrapados. Como el protagonista se queda solo, esa ciudad se convierte en el ámbito de la experiencia". Una experiencia que no es sólo sexual, también de la clandestinidad. A partir de ahí habla de "la indiferencia" que había entonces, similar a la que muestra ahora una parte de la sociedad española. "El libro es un homenaje a esa juventud que decide transformar la realidad. En el año 63 empezaban a conquistarse cosas que nos alejaban de la posguerra dura. Yo no soy nadie para decirle a los jóvenes como tienen que reaccionar ahora, pero sí quería rendir un homenaje a aquellos que entonces no siguieron el consejo de "tú no te metas en nada", "ten cuidado", "no te arriesgues" y dieron un paso adelante para comprometerse con su propio futuro y la vida de los demás". Y sí él tuviera ahora que darle un consejo a sus hijas, cosa que dice que no se atrevería a hacer porque ellas son "muy lanzadas", no tiene duda que no sería ese. "Lo que espero es que se formen como ciudadanas, que aprendan que las ilusiones son siempre colectivas porque las salvaciones individuales lo que quieren es hundir a las demás para sacar la cabeza".

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