Cultura

"Yo ya me siento extranjero en mi propia casa, eso se refleja en mis personajes"

  • El flamante Planeta presentó ayer en el Museo Picasso 'Riña de gatos', una novela de espionaje ambientada en el Madrid de la preguerra · El autor admitió sentirse incómodo con las adaptaciones cinematográficas

Eduardo Mendoza daría positivo si le hicieran un control literario. Está en la vorágine de presentación de Riña de gato, la novela con la que se llevó el último Premio Planeta. Pero en cuanto acabe volverá a su mesa camilla, su paraíso personal. Ayer tuvo un encuentro con sus lectores en el Museo Picasso.

-¿Cuál es la media de entrevistas que tiene que atender al día?

-Bueno, lo que pasa es que a veces se solapan y como yo me enrollo demasiado las entrevistas suelen duran un poco más de lo previsto. Pero luego la cosa se tranquiliza.

-¿Cómo lleva un escritor con fama de ermitaño ganar un Planeta?

-Lo que a mí me gusta, y por lo que me hice escritor, es estar en casa mirando por la ventana. Pero de vez en cuando hay que abrir la ventana para que entre el aire. Cuando acabe volveré a mi mesa camilla.

-¿Qué lleva a un escritor de prestigio a presentarse al Planeta?

-Una razón importante es que uno se dice: "¿por qué se lo van a llevar otros y yo no siendo un galardón importante?". Por otra parte, cuando uno lleva tantos años en esto debe buscar nuevas vías. Me gusta meterme en líos. Es un reto que me ha rejuvenecido. Estoy como los deportistas que se dopan, un dopaje de Planeta.

-Con 'Riña de gatos' se desmarca de la literatura que utiliza la Guerra Civil para presentar a unos personajes malos y una República idílica. ¿Se ha agotado ya esta veta?

-Es lo que hay y lo que está en el ambiente. Yo creo que en estos momentos hay un reverdecer de la Guerra Civil como tema de análisis histórico y literario unido a la memoria histórica. Hay que ver dónde está la Guerra Civil respecto a nosotros y dónde estamos nosotros respecto a la Guerra Civil. Esta novela y otras muchas estamos en eso, en medirnos con respecto a un acontecimiento histórico que sigue siendo el más importante del último siglo medio de España.

-El protagonista es un inglés que llega para tasar un cuadro y se tiene que adaptar a un entorno nuevo con escaso bagaje. ¿Tiene algo de autobiográfico en cuanto a sus salidas al extranjero en los setenta?

-La verdad es que sí, pero lo que pasa es que yo lo utilizo y los demás lo sufren y no le sacan provecho. Todos nos sentimos un poco desamparados. Estoy aquí y no sé si conozco bien el lenguaje de la tribu, un día se van a dar cuenta de que yo no soy de los suyos y me van a echar. Todos vivimos con esa sensación. No me importa irme a vivir al extranjero porque ya me siento extranjero en mi propia casa. Eso se refleja en mis personajes, gente que llega a un lugar donde a duras penas habla el idioma y se enfrenta a situaciones muy azarosas.

-Llama "memo" a José Antonio Primo de Rivera. También pululuan por la novela Francisco Franco y Manuel Azaña. ¿Tiene algún adjetivo que les defina?

-No se les puede definir con un solo adjetivo. Son personajes complejos y con muchos claroscuros. La figura de Franco no ofrece ninguna duda. En cambio Azaña es más complicado, es un hombre criticado que tuvo que tomar decisiones difíciles y no siempre acertó. Pero creyó en la posibilidad de sacar adelante la aventura democrática . El desencanto de Azaña es un símbolo del desencanto del país. Azaña es un personaje por el que siento gran simpatía aunque no era precisamente unas castañuelas.

-¿El título, 'Riña de gatos' sugiere que en la Guerra Civil se sacaron los ojos directamente?

-Sí, era la imagen que quería dar. Es también una referencia a un precioso cartón de Goya que se llama Riña de gatos, una pintura muy sencilla y escalofriante.

-Barcelona es 'La ciudad de los prodigios'. ¿Que ciudad es Madrid a través de su mirada?

-Quería contar cómo era el Madrid de la preguerra, seguramente la ciudad más viva del mundo. El Madrid republicano debió de ser deslumbrante. Pero se vino abajo. Me atraen mucho las ciudades en sus momentos de esplendor, de vida llevada a los extremos.

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