Análisis

josé luis pérez cerón

Antiguo alumno del Colegio Los Olivos

Brotes de olivo

Caminar por el Paseo de las Palmeras y ver las paredes revestidas de ladrillo alimentan la nostalgia cada vez que se cruza la puerta más alta del Atabal. La realidad del Colegio Los Olivos, ahora que celebra su edad de oro, es tan cambiante como la vida misma. Por eso, quizás, los recuerdos se agudizan en lugares, escenarios y nombres.

Apenas el olor del salón de actos basta para remontarse a otra década y escuchar los llantos de quienes, en su primer día en aquel gigante del Puerto de la Torre, no querían soltarse de la mano de sus padres para conocer a nuevos amigos y compañeros. Por delante, aún sin saberlo, vivirían más de una década de aprendizaje en manos de auténticos malabaristas de la educación.

Momentos de encuentro, de querer ser mayor para subir plantas en los pabellones o tener ese derecho no escrito para pedir antes en el bar, tener que peregrinar en los intercambios para llegar a los gimnasios, ir de excursión a la finca El Molino, pedir a los profesores que "nos bajen a los campos"... una travesía con estaciones donde no querer bajarse. Vivencias que forman parte de una comunidad que escogió sabiamente su ideario, vacunado con el amor de San Agustín, para quien "la medida del amor es amar sin medida". Salir por su puerta un viernes de junio sabiendo que todo ha terminado con ese boletín de notas de selectividad es engañarse. Nadie duda que volver, aunque sea una vez más, es necesario. La Pastoral, los equipos de deporte, los Scouts o, ya con los años, la Escuela de Padres son formas de no perder el vínculo que se creó entre sus gentes. Es la última promesa que se hace a la Virgen de Gracia al mirar atrás.

¿Por qué? Sus cincuenta años de historia han forjado una próspera vida con cimientos de fe y ciencia. Han regado con paciencia y Verdad miles de corazones que acaban germinando como imprescindibles brotes de olivo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios