Por unanimidad. Ciudadanos, por primera vez desde que consiguió representación parlamentaria, olvida su irritante ambigüedad y ha anunciado que no pactará con el PSOE. Sus votantes ya saben a qué atenerse, y los de Sánchez también. El presidente del Ejecutivo tendrá que empeñarse muy a fondo para conseguir una mayoría para gobernar con la extrema izquierda, y aun así tendrá que cruzar los dedos para que Casado cometa errores monumentales en la campaña, o en la elaboración de las listas, y no se cumpla lo que dicen las encuestas, que en abril ganará el PSOE, pero habrá Gobierno de centroderecha.

Ese centroderecha lo lideraría el PP, siempre según los sondeos, pero el anuncio de Cs puede darle más votos. Así que a Sánchez sólo lo puede salvar que Casado se equivoque en las listas o haga propuestas extremas que arrojaría a sus votantes centristas en brazos de Rivera. En cuanto a Vox, de Casado depende que no se convierta en una fuerza arrolladora populista y de derechas. Ojo al dato: la encuesta que ha hecho el Parlamento Europeo indica que Vox tendría seis eurodiputados... Y que la Liga, el partido italiano de derecha extrema, sería la segunda fuerza de la Eurocámara, lo que indica que no sólo Le Pen ha sabido entender dónde y cómo se captan votos. El PP tendrá que hacer ejercicios malabares para mantener su voto.

La apuesta de Cs con el centroderecha es un signo más de que siente un profundo rechazo hacia Sánchez. No sólo por su gestión del problema catalán, sino porque sus medidas económicas iban a generar pérdida de empleo y un déficit insuperable, y porque ha dejado de lado cuestiones de Estado para poner el foco en asuntos menores. Rivera ha decidido que con Sánchez no se puede ir a ninguna parte, aunque a nadie se le escapa que en Cs hay gente más identificada con el centroizquierda que con el centroderecha, probablemente el propio Rivera. Pero hoy jugar la baza de Sánchez puede suponer pérdida de votos y de poder.

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