En las últimas semanas han ocurrido varios hechos en televisión que demuestran que casi siempre se nos olvida que cuando encendemos el televisor lo que estamos viendo es una mezcla de entretenimiento, negocio, espectáculo y persuasión. Han tenido lugar varios episodios que dejan patente que muchos espectadores se toman demasiado en serio lo que sucede en la tele. Es un medio de comunicación apasionante y sin duda uno de los más poderosos. Por eso hay que saber consumirla desde la distancia y no tomarse muy a pecho lo que ocurre en los platós.

Al primer hecho al que me refiero es al que sucedió durante la última gala de OT. La cantante Brisa Fenoy, que actuaba ese día como jurado invitado, compartió en sus redes sociales al empezar la gala una fotografía en la que se veía una hoja con los nombres de los participantes y justo al lado se podían leer palabras como 'Favorito', 'Sigue' o 'Duda', haciendo referencia al que se iba a convertir en el favorito del público y a los que serían salvados o nominados por el jurado. Las redes sociales se revolucionaron porque la foto evidenciaba que el jurado ya sabía lo que iba a decidir incluso antes de que los concursantes actuaran. Tinet Rubira, director de la productora Gestmusic, enseguida explicó en Twitter que el jurado visiona el ensayo general antes de la gala y que ahí empieza a tomar decisiones, aunque luego durante el directo pueda cambiar de parecer. Sobre el favorito explicó que cuando alguien va muy adelantado en votos se lo comunican al jurado para que lo tenga en cuenta con antelación a la hora de decidir. Hubo quien no lo entendió y calificó al programa de tongo y estafa. Pero esto no es tan difícil de comprender. Un programa de televisión que se emite en directo tiene que estar atado previamente para que salga lo mejor posible. No se puede dejar todo a la improvisación y debe haber una mínima preparación para que la gala resulte fluida y entretenida.

Otro caso que ha evidenciado en los últimos días que la televisión genera más dramas de los necesarios es el de Dani Mateo y el sketch de la bandera de España. El humorista ha hecho cosas de peor gusto fuera de un programa de televisión y no por ello se le ha linchado tanto. Sin embargo por un rato de humor en El Intermedio las consecuencias han sido exageradas.

Lo mismo sucede con Gran Hermano y sus sorpassos. Hay que entender que, aunque nos apasione el formato, gracias a las votaciones que realiza la audiencia para expulsar y salvar a los participantes el programa gana dinero. Es cierto que al igual que los espectadores respetan los formatos, los programas tienen que respetar a los espectadores. Pero no perdamos de vista que cada espacio se trata de algo realizado para informar, entretener, competir entre ellos y, como cualquier empresa, ganar dinero. Ni Sálvame, ni GH, ni OT, ni los programas de humor, ni los concursos y ni siquiera los informativos son 100% reales. Si cuando vamos al cine o a ver una obra de teatro entendemos el contexto y no nos extraña que detrás haya una preparación y un guión, hagamos el mismo ejercicio cuando veamos la televisión. Ese es el primer paso para no dejarnos engañar.

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