Análisis

nacho artacho

Dios contra Dios

La albiceleste exhibe dos dioses, uno en el césped y otro en el graderío

Hacia el final de su carrera, cuando el favor de la crítica ya lo había abandonado, Ramón Trebejo compuso un ensayo de lo más heterodoxo que nadie se atrevió a publicar. El libelo, que corrió rápidamente en su primera versión de imprenta, analizaba desde una perspectiva antropológica la religiosidad andaluza. Argumentaba el académico que, durante las celebraciones de Semana Santa, Andalucía renunciaba al monoteísmo y se convertía a una suerte de politeísmo folclórico, pues el devoto tendía a olvidar que la imagen por la que se apasionaba representaba la misma realidad que aquella otra que venía desfilando dos calles más abajo.

Por respeto a quienes se la jugaron por conseguirlo para mí, no diré cómo llegó a mis manos Dios contra Dios: historia de un conflicto no resuelto. El caso es que estos días he vuelto a él con frecuencia. Ver en televisión un partido de la selección argentina durante el Mundial supone un ejercicio de esquizofrenia: cuando las restantes naciones tienen que conformarse con un equipo integrado por once mortales, la albiceleste exhibe dos dioses, uno en el césped y otro en el graderío. El primero, que no sólo ha alcanzado cimas que hasta ahora no se habían conocido en el oficio, sino que además mantiene elegantemente las formas fuera y dentro del terreno de juego, recibe de los suyos tibiezas y reproches. El segundo, en cambio, degenera ante las cámaras sabiéndose querido y perdonado. Si lo piensan bien, asistimos a la convivencia de dos testamentos: el antiguo, que presenta una divinidad intocable, refugiada en la altura y en una palabrería incomprensible; y el nuevo, con su dios encarnado y sufriente, nacido del pueblo y devuelto a él. Messi aún puede ganar un par de Mundiales con Argentina, pero siempre será para la hinchada un pechofrío. Mientras el cuerpo y la billetera le aguanten, Maradona seguirá con su particular camino del Calvario. Y hay un país entero esperando al pie de la cruz.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios