Enrique Bianchi

24 de agosto 2021 - 01:31

Hace unos días fallecía Enrique Bianchi, y todos los que lo conocimos sufrimos el duro revés de ver cómo nos dejaba un buen amigo, un gran profesional y una mejor persona. Vinculado desde su infancia al mundo de la mar y los barcos, ya con 17 años era oficial en prácticas tras haber estudiado en la Escuela Naval de Cádiz; una vocación que como él mismo decía le permitió salir de su casa para ver mundo. Implicado durante tres décadas en su carrera de marino, una labor que simultaneó con diferentes trabajos tanto en mar como en tierra, en 1990, el capitán Bianchi conseguía la plaza de práctico del puerto de Málaga; iniciando en ese momento una trayectoria que lo mantendría en este puesto hasta los 67 años de edad.

Con infinidad de historias en su biografía, él siempre refería que no pudo asistir al funeral de su padre ni a la boda de su hermano, don Enrique, narraba sin darle demasiada importancia algunos graves sucesos vividos en la mar; unos hechos que en más de una ocasión pusieron en riesgo su vida.

Superada su larga etapa de navegaciones y ya convertido en práctico, durante 20 años jugó al complicado juego de atracar barcos en el puerto de Málaga; una labor que le permitió ser el protagonista, entre otras, de las primeras llegadas de buques tales como el Queen Mary 2 o el super portacontenedores Edith Maersk. Con su muy especial personalidad y un mal genio que afloraba en los momentos en los que había sacarlo, Enrique Bianchi se convirtió en todo un personaje; un gran profesional al que toda la comunidad portuaria malacitana calificó, en el momento de su jubilación tras sufrir un ictus mientras subía por la escala de un barco para atracarlo, como el alma del puerto.

Manteniendo la curiosa costumbre de regalar una botella de vino de Málaga a todos los capitanes de los barcos con los que maniobraba, y sin dejar de tomarse puntualmente un vaso de leche cada vez que embarcaba para dirigir el atraque mañanero del Melillero, el capitán Enrique Bianchi Ruiz del Portal se nos ha ido. Una gran pérdida; la de un buen amigo con el cual tuve la suerte de compartir muchos y muy buenos momentos. Un inolvidable marino que ya forma parte de la historia del puerto de Málaga.

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