Análisis

Juan carlos cilveti puche

Fallida regata nocturna

Los asiduos a esta columna o los que de forma casual se topen con ella siempre encontrarán bajo el texto que les presento una foto ilustrativa; una imagen que completa la historia que les estoy contado. En esta ocasión, y lo hago adrede, la instantánea que pueden apreciar, sin demasiada calidad, refleja a la perfección lo que se vivió este pasado sábado en el puerto de Málaga.

Cumpliendo una tradición que ya ha superado el medio siglo, las barcas de jábega volvieron a las aguas portuarias para celebrar una regata. De la mano de la Asociación de Remo Tradicional e integrada en la liga provincial de jábegas, estas embarcaciones llegaron para cumplimentar el sábado 4 de agosto de 2018 el denominado Gran Premio Ciudad de Málaga, una competición que este año celebraba su quincuagésimo séptima edición. Frente al significativo éxito acumulado en regatas anteriores, los organizadores del evento, con el afán de innovar en esta interesante tradición, planificaron que la competición cambiara su habitual horario para celebrarse a la caída del sol. Así pues, las diferentes mangas debían comenzar a las ocho y media de la tarde para que las emocionantes finales de todas las categorías se escenificaran de noche; una novedad nunca vista.

Con el campo de regatas listo, y con las boyas que señalizaban el final de las calles iluminadas con una luz roja, las tradicionales embarcaciones malagueñas mostraron a proa y popa unas líneas de luces led que debían facilitar la visualización de sus movimientos. Formalizados estos preliminares, las regatas comenzaron mientras la oscuridad caía sobre la dársena de Guadiaro y la novedosas idea ver a las barcas compitiendo de noche se convertía en un verdadero fiasco.

Salvada la situación gracias a un animador que informaba sobre cómo transcurrían las competiciones, los que allí estábamos, sólo pudimos ver como unas barcas inidentificables iluminadas con leds evolucionaban entre los muelles uno y dos. Un experimento fallido que nos privó del disfrute de las coloristas barcas de jábega, de los esfuerzos de sus tripulantes y de un ambiente en el que quizás el calor de una tarde de agosto en el puerto también esté incluido.

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