Análisis

enrique marazuela

La Gran Pandemia

Llegar de nuevo al punto de partida tras la pandemia nos costará muchos esfuerzos

No ha habido ningún evento tan disruptivo colectivo a nivel global desde la II Guerra Mundial como la pandemia del coronavirus; en la literatura de los analistas ya se le ha bautizado como la Gran Pandemia. Frente a las caídas iniciales de los mercados, que reaccionaban con perplejidad ante esta situación, hemos entrado en una fase menos convulsa, porque el entorno actual se puede calificar de todo menos de tranquilo.

Esta quietud de los mercados, que desde luego no puede darse como definitiva, se debe a que los operadores entienden que la pandemia tendrá un comportamiento similar en todos los territorios y que seguirá el patrón que parece haberse definido en Asia. Europa muestra claros signos de estar validándolo. Esta es la razón por la que la escalada de contagios y muertes que se está viendo en otros territorios, especialmente EEUU, no está sacudiendo nuevamente a los mercados.

Este patrón de comportamiento, no obstante, es vulnerable porque no hay en estos momentos ni remedio ni vacuna, se trata de un virus nuevo para el que el sistema inmunológico no está preparado y es, por lo tanto, altamente infeccioso. No obstante, hay esperanzas tales como la inmunización individual de los que ya han superado la infección, y que se genere la así llamada inmunización colectiva, o la obtención de un remedio.

Desde el punto de vista económico, las medidas tomadas para preservar la salud pública están teniendo un drástico efecto negativo en la economía. Esto no es una crítica a las medidas, ni mucho menos; no seamos ilusos, no hay economía sin salud y mucho menos… sin vida. Las cifras de caída del PIB van a ser abultadas y superarán las de cualquier periodo anterior de tiempos de paz, por muy negativo que sea, salvo la Gran Depresión. Aunque pueda parecer paradójico, la preocupación de los economistas no está ahí, porque se entiende que es el pago necesario por la salud y la vida.

La preocupación está en cómo quedará la economía después de la derogación de las medidas de salud pública. El levantamiento de estas va a provocar un efecto rebote, eso sí, tanto menos vertical cuanto más gradual sea la desescalada. Pero el problema es que este rebote no nos llevará hasta el punto de partida en el que estaba la actividad antes de la explosión de la pandemia. No descartamos que se alcance, pero no será espontáneamente sino a través de medidas y esfuerzos.

Aparte de los terribles e irreparables daños en vidas y en sufrimientos de los infectados, esta pandemia ha destruido muchos negocios, con lo que ello supone a la contribución a la oferta de sus productos, a la demanda de sus insumos y al empleo de sus trabajadores. Las medidas de las autoridades, que han sido rápidas y contundentes, tienen como objetivo que esta destrucción sea transitoria y que esta contracción del PIB no sea estructural. Nosotros estamos convencidos de que con mucho acierto y esfuerzo puede ser una realidad.

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