Este próximo domingo 11 de octubre se cumplirán cinco años de la llegada al puerto de Málaga de un muy significativo velero que, con muchos años de historia, aún permanece en activo. Les hablo de la corbeta de cuatro mástiles Kruzenshtern; un clásico entre los clásicos que desde hace muchas décadas navega instruyendo a futuros marinos rusos.

Construido en los astilleros alemanes J. C. Tecklenborg en 1926, este barco iniciaba su vida de mar como un mercante con el nombre Padua. Adscrito bajo contraseña de la naviera germana Laeisz, este velero, que como todos los que gestionaba esta compañía había sido bautizado con un nombre que comenzaban con la letra P, durante años realizó una larga ruta entre Alemania, Chile y Australia; unas navegaciones de algo más de ocho meses de duración en las que primero transportó nitratos y posteriormente grano.

Paralizada esta línea comercial durante la Segunda Guerra Mundial, en 1946, como botín de guerra, el Padua pasaba a manos de la Unión Soviética. Posicionado en el puerto polaco de Swinemünde y rebautizado como Kruzenshtern en honor del primer marino ruso que dio la vuelta al mundo, a este velero, al que se le mantuvo su aparejo original, en 1959 se le instalaba su primer motor.

Tras instruir a cadetes militares y realizar estudios oceanográficos, en 1965, este buque fue adscrito al Ministerio de Pesca Soviético para formar a los marinos mercantes que se dedicarán al sector pesquero. Cumplimentando esta labor que ha mantenido hasta la fecha, este veterano, además ha ido compaginado su actividad docente con participaciones en regatas internacionales y con la organización de pequeños viajes turísticos; unas navegaciones que siempre ha ejecutado con muy reducido número de pasajeros.

Con sus 114 metros de eslora y sus cuatro mástiles que le permiten montar hasta 34 velas, el Kruzenshtern, con la vistosa y a la vez austera pintura blanca y negra de su casco y engalanado con su guirnalda de banderas atracaba en el muelle número dos en la mañana del 11 de octubre de 2015.

Una visita, la primera que realizaba a aguas malacitanas, que tan solo duró tres días; todo un acontecimiento del que ahora se cumplirán cinco años.

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