Llegó el Mundial. Todos mis respetos. Toca disfrutar a todos aquellos que me consta van a vivir con la emoción a flor de piel del primer al último minuto. Pero al calor del fútbol existe un negocio ante el que no me puedo callar, convirtiéndome en cómplice con mi silencio. El de las apuestas. Si las del Estado ya me parecen cuestionables, las privadas directamente me escandalizan.

Encuentro cada dos por tres, en las pausas publicitarias de las televisiones, numerosos tentaderos que incitan a entrar en determinadas aplicaciones y empezar a apostar como si no hubiera un mañana. Cada vez que me encuentro con uno de esos spots es como si recibiera una bofetada. Y aquí, sin dar más rodeos, emplearé una palabra con la que yo calificaría este negocio: pernicioso.

Me sorprendió ver, entre los rostros famosos que participan en la campaña, al bueno de Vicente del Bosque, ese ser modélico al que todos hemos idolatrado durante tantos años. Infinitos años más que a Lopetegui, que hay que ver con qué poco amor va a abandonar La Roja.

Ver a Vicente del Bosque induciendo a los jugadores a apostar, a gastarse el dinero para supuestamente ganar más dinero, es algo que me descolocó y que no logro superar. Los problemas que acarrea la ludopatía son enormes. No andamos los españolitos de a pie, esos que las estadísticas sitúan en el umbral de la pobreza o merodeando con ella, como para que jueguen con nosotros poniéndonos cebos, cebos además ilustres, que a nada bueno conducen.

El asunto es serio. Y las televisiones que emiten estos anuncios, tambienson cómplices. Del mismo modo que la prostitución ha sido eliminada de las páginas de publicidad de los periódicos, aunque haya sido con muchos años de retraso, también las de apuestas futbolísticas deberían erradicarse. Cuanto antes, mejor.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios