Análisis

Proyecto Nuevo Diagnóstico de Andalucía Javier Aristu, Joan Corominas, Manuel Pérez Yruela y Antonio J. Sánchez<B></B>

Pensemos Andalucía en Europa

Ensimismados en los problemas inmediatos (letalidad de la pandemia, efectos del confinamiento, desempleo…), nuestra visión de la crisis actual desenfoca otros determinantes para nuestro futuro. La Comisión Europea los subraya al motivar su propuesta de ampliar un 68% el presupuesto de la UE 2021-2027: desorganización de las cadenas de suministros; crisis del modelo industrial europeo desatento a los principales retos estratégicos; precariedad del modelo de innovación en campos críticos como energía, digitalización, salud o sistemas educativo; inadecuadas políticas para la tercera edad; contracción de la economía en los dos o tres próximos años y disparidad con que va a manifestarse, según países y sectores...

La previsible caída del PIB entre el 7% y 15%, con importantes diferencias en cada país y las también importantes diferencias en los recursos movilizados por cada cual para afrontarla, subrayan la magnitud de la actual crisis y el riesgo del aumento de la divergencia entre naciones, regiones, sectores económicos y sociales, procesos radicalmente opuestos a la meta de convergencia y cohesión que ha dado sentido a la UE en sus 70 años de vida.

La gravedad de estos riesgos explica el insólito volumen del esfuerzo que ha propuesto a fin de mayo la Comisión: movilizar 750 mil millones de euros en el presupuesto 2021-2027 a sumar al 1,1 billón previsto; orientar ese esfuerzo a apoyar a los Estados y a las empresas en la recuperación y fortalecimiento de sus economías; flexibilizar las capacidades de respuesta pública; atender materias que se hallaban hasta ahora fuera del foco de atención de la UE (sistemas de salud, bienestar social, protección civil…); estimular profundas reformas estructurales para evitar impactos de crisis futuras, fortaleciendo su presencia en un mundo digital; potenciar la producción y transferencia de conocimiento..., articulando todo ello en torno al Pacto Verde, sobre el que va a pivotar la asignación efectiva de esos recursos. Y, así, construir una Europa más sostenible y cohesionada.

La Comisión propone que el acceso de los Estados a esos recursos esté condicionado a la presentación de planes (a aprobar por las instituciones europeas) que afronten los retos de cada uno de ellos, especialmente los ya señalados en las recomendaciones del Consejo a los Programas de Reformas.

Las recomendaciones hechas a España han sido, entre otras, reforzar su sistema sanitario, los sistemas de protección del desempleo y los regímenes de apoyo a las familias; asegurar la disponibilidad de liquidez a las pymes y autónomos; anticipar los proyectos de inversión pública; concentrar la inversión (pública y privada) en la transición ecológica y digital; mejorar la coordinación entre los distintos niveles de gobierno; reforzar el marco de la contratación pública.

Así llegamos a lo que deseamos subrayar: la importancia de que el programa nacional que ya prepara España incorpore los intereses de Andalucía. En Andalucía estas medidas deben sustentarse en algo más y diferente del binomio "ladrillo y turismo", cuya sensibilidad a cualquier crisis es obvia. Deben atender las urgencias del corto plazo, pero sobre todo deben estimular las reformas estructurales capaces de construir un mejor escenario para la "próxima generación" de andaluces, facilitando el cambio de nuestro modelo productivo, fortaleciendo su resiliencia respecto a sectores tan expuestos a las crisis como el turismo, propiciando el crecimiento de otros sectores (sobre todo el industrial), vitalizando nuestro débil sistema de conocimiento e I+D, atendiendo eficazmente al bienestar social…

Son cambios que han de alinearse con las sendas que se marca Europa: sostenibilidad y digitalización. Y deben incorporarse a la propuesta española a través de instrumentos realistas y evaluables, que muestren a Europa la capacidad de sus meridionales para cumplir sus compromisos, evitando las fundadas críticas a nuestras propuestas por su tradicional baja capacidad para "absorber" (transformarlas en proyectos razonables y contratables) y para "ejecutar" los programas acordados.

La relevancia que tendrán para Andalucía las medidas que se propongan a Europa aconseja activar un amplio e inmediato trabajo de colaboración institucional capaz de construir unas propuestas sólidas y alineadas con las de Europa y conseguir que ocupen la posición oportuna en las propuestas que el Gobierno de España traslade a Bruselas.

Nos jugamos que entre 2021 y 2027 vengan a Andalucía más recursos de inversión (al menos un 68% más de los que llegaron en el marco 2014-2020), pero sobre todo nos jugamos una mejor Andalucía y un mejor encaje en Europa: una estructura económica más equilibrada y con futuro, una sociedad menos desigual, que ofrezca más oportunidades y converja con las de su entorno, un sistema de salud y protección civil reforzado frente a posibles crisis sanitarias y ambientales, una juventud mejor formada y un medio más sostenible.

Hay mucho en juego para estar tan callados sobre lo que se construye en la UE de la que somos parte. ¿Acaso no tenemos nada que aportar? ¿Se trata sólo de recibir?

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