Los datos de inflación conocidos esta semana han mostrado que continúa su senda al alza a nivel global, situándose ampliamente por encima de los objetivos de los bancos centrales. La tendencia mostrada desde comienzos de año se ha visto impulsada por una combinación de factores de demanda y de oferta, ante la persistencia de algunos shocks generados a raíz de la pandemia. La recuperación sostenida del consumo privado ha ido acompañada de cuellos de botella en las cadenas de suministro, mayores costes del transporte de mercancías, encarecimiento de las materias primas básicas y la reciente crisis energética.

En España, el IPC creció un 4,0% anual en septiembre (frente a un 3,3% el mes anterior), registrando su mayor tasa desde septiembre de 2008. Una evolución apoyada principalmente por el fuerte repunte interanual de los precios de la electricidad y del transporte. En el caso de la inflación subyacente, que elimina la energía y los alimentos no elaborados por su mayor volatilidad, su tasa se mantuvo significativamente por debajo de la general, en un 1,0%.

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