Tiempo entre promesas

Ciudadanos quiere miles de árboles y un museo del mar en el lugar donde antes se cocinaban arroces

No será Málaga la tierra prometida a la que podrían llegar los votantes el 26 de mayo en cuatro años, si la ley electoral permitiera respaldar en la urna a todos los candidatos a las alcaldías para incorporar todos sus compromisos de estos días, pero se le parecería bastante. Vivimos un tiempo de prodigios políticos en el que cualquier objetivo se presenta como asequible y al alcance de una papeleta. Pero el maná con que se alimenta cualquier campaña tiene fecha anticipada de caducidad.

Pero mientras, en la capital, el candidato al PP anuncia nuevas líneas de autobuses, aparcamientos a precio asequible en los barrios para que nadie llegue tarde a la hora de almorzar o cenar en la casa por falta de estacionamiento, que eso sí que es luchar por la conciliación familiar. Ciudadanos quiere árboles, por decenas de miles, aunque no especifica las especies y pretende que brote un museo dedicado al mar en el lugar donde hasta hace poco se cocinaban unos espectaculares arroces. En Adelante Málaga, más tradicionales aunque estrenen nombre en cada cita electoral, fiel a la tradición comunista, abogan por un plan para crear 25.000 empleos. El plan. ¿Por qué no creer en los milagros del mes de mayo?

Lo cierto es que los partidos ya no son como antes. Y no abundan las promesas espectaculares. Que, de todas formas, para no cumplirse, lucen más que éstas de ahora que se presentan como realistas. Quizá aún nos queda Vox, que propone usar el cauce del Guadalmedina para llevar el Metro al Civil. Fácil, rápida y barata solución al problema con los cien vecinos que rechazaron el tranvía. Pero ya no hay puentes colgantes para cruzar la bahía de Málaga, como el de San Francisco. Conexiones por debajo de la Coracha para casi teletransportar el tráfico desde el centro de Málaga a la ronda de circunvalación. Ya nadie se acuerda del funicular a Gibralfaro o la eterna posibilidad de soterrar el Paseo de los Curas. Como mucho los populares, como en tiempos de Pedro Aparicio, quieren una Expo.

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