El domingo 21 de julio de 2019, pasará a la historia marítima de Málaga por ser el año en el que la procesión oficial de la Virgen del Carmen se celebró por la mañana. Pero con independencia de esta circunstancia, lo que sí quedará reseñado en los anales, será la mula participación en la mar y la muy pobre imagen que este tradicional cortejo dejó a todos los que asistimos al evento.

Y como quizás estas palabras puedan herir algunas susceptibilidades, creo que lo mejor será narrar con todo lujo de detalles cómo acontecieron las dos horas en las que la patrona de las gentes de la mar fue procesionada por las aguas interiores y exteriores del puerto.

Minutos después de las diez de la mañana, el remolcador Vehintinueve, tras embarcar a la Virgen Coronada en el muelle número dos, comenzó su solemne navegación. Acompañado el cortejo por el remolcador Vehintiocho, los tres catamaranes que operan como golondrinas, la lancha de Salvamento Marítimo con base en Málaga y una neumática de la Cruz Roja, siete pequeñas embarcaciones completaban esta procesión; un escaso número de seguidores al que se les agregaron, ya fuera de la bocana, un yatecito y un velero.

Completada la formación y sin demasiadas personas a bordo del remolcador que llevaba a la patrona, la procesión, que este año transcurrió sin música, completaba su programa con el tradicional hermanamiento con la virgen submarina situada frente a las playas malagueñas; un encuentro que, sin megafonía, se escenificó con una oración, la salve marinera y el lanzamiento de tres coronas en honor de las gentes fallecidas en el mar.

De regreso al puerto, el cortejo, acompañado de un menor número de embarcaciones de las que habían iniciado la procesión, finalmente concluyó su navegación en el muelle número dos con el desembarco de la patrona.

Y si bien esta tradicional celebración, la oficial de Nuestra Señora del Carmen Coronada, en los últimos años había empezado a tener muy poca participación en la mar, ahora, con la novedosa escenificación mañanera, la cosa no ha mejorado. Una procesión fallida donde quizás sobren algunas cosas y falten otras y que los responsables de este cortejo deberían estudiarán con detenimiento.

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