El Málaga presentó a José Luis Pérez Caminero como nuevo director deportivo del club. Tuvo una puesta en escena sobria, sin muchos alardes y corto de expresividad y tono. Un perfil más bajo del que se esperaba en un principio tratándose de alguien que lleva varias décadas en la élite. Para el que no lo conozca, Caminero fue en su día el mejor futbolista español. Mucho antes del boom de los títulos, el madrileño llegó a ser figura indiscutible de la Selección en el Mundial de USA allá por 1994.

En los despachos cuenta también con cierto bagaje. Valladolid y Atlético, sus dos auténticos hogares. En Madrid quedó relegado a un segundo plano, cuando dejó de ostentar el cargo de director deportivo para asumir un rol de paja. Hay quien asegura que en realidad nunca tuvo un peso real, algo que se suele decir a menudo de los directores deportivos de los llamados grandes. A saber.

Ahora inicia una nueva prueba de fuego que determinará qué capacidad tiene para estas labores. El Málaga está en una situación delicada, entrando con meses de retraso a pelear en el mercado de Segunda, en el que hay más depredadores de lo que parece. Caminero tiene que firmar alrededor de 40 operaciones entre entradas y salidas. Además, con el hándicap de que se le valorará en esencia por una sola cuestión: el ascenso.

En su primera rueda de prensa en Málaga, decíamos al principio, mostró un perfil bajo. Se esperaba por procedencia algo similar a lo que ofrecieron los Schuster y Míchel de turno. Mejor manejo del discurso y un tono más alto y firme. Pero más allá de eso, quedan algunos mensajes interesantes que, pese a la falta de destreza, calaron.

Primero, puso en el centro de la diana a Joaquín Jofre, al que otorga el cargo de director general. Será porque, aunque reniegue de ello el propio implicado, lo es a todos los efectos. Tiene los galones pero no el título y el sueldo. También quiso desligarse del jeque y sus dramas, utilizando el borrón y cuenta nueva como salvoconducto hasta que pase lo que tenga que pasar o no. Trató de hacer calar el mantra de que en el club todo el mundo está seguro de momento mientras se pone al día y decide. Una búsqueda de unidad en la que acierta. Y, sobre todas las cosas, se desmarcó de Quilón para dejar claro quién es el jefe.

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