Análisis

manuel campo vidal

Hasta el 15 de febrero no empezará 2021

Bienvenidos a un año nuevo que empezará con retraso. Michel Rocard, ex primer ministro francés, defendía que el siglo XX había sido muy corto porque comenzó en 1918, cuando terminó la Primera Guerra Mundial y se consolidó un nuevo orden internacional; y se cerró en 1989 con la caída del muro de Berlín finiquitando una época.

Por el mismo criterio, este 2021 no puede empezar antes del 20 de enero, cuando Donald Trump deje la Casa Blanca, tras un final borrascoso acelerando indultos injustos y ejecuciones sumarias hasta perder el apoyo del fiel Mike Pence, su vicepresidente halcón. Pero las autoridades sanitarias de todos los países estiman de cuatro a seis semanas para encajar los efectos de contagios y muertes por los desmanes navideños; así que nos vamos al 15 de febrero para cerrar de verdad el año más nefasto del siglo.

En el caso de la UE esa fecha cuadra porque, aunque el Brexit ya es una realidad, sus efectos necesitarán unas semanas para apreciarse. De momento sólo sabemos que esta Nochevieja en el Reino Unido fue la más triste desde la Segunda Guerra Mundial; que el padre y la hermana de Boris Johnson aspiran a nacionalizarse franceses para no perder el pasaporte comunitario y que Escocia ya ha relanzado su campaña independentista con sugerentes mensajes a la Europa que no quiere abandonar. El trio Cameron, Theresa May y Johnson pasarán a la historia como artífices del Reino des-Unido.

El 15 de febrero, España empezará también el nuevo año porque las elecciones catalanas del domingo 14 reordenarán también la política nacional. Sabremos si Vox prosigue su escalada sobre el Partido Popular, que ha fichado como estrella catalana a Lorena Roldán, y conoceremos la reducción del peso electoral de Ciudadanos. Que retrocederá es seguro, pero, si no es catastrófico, el partido de Inés Arrimadas continuará su leve ascenso. (El último CIS le concede 12 diputados sobre los 10 actuales en el Congreso).

La partida fuerte se juega entre los socialistas y Esquerra Republicana; y, más allá, como siempre, entre Junqueras y Puigdemont. Existe "miedo a la decadencia catalana", como escribe Enric Juliana, después de ocho años de un procés que nada aportó. Pedro Sánchez ha movido la potente ficha Salvador Illa, cuyo retorno a Cataluña ha inquietado a todos los partidos. El PSC-PSOE no se resigna a ir de eterno perdedor frente al independentismo y juega fuerte tratando de movilizar el voto constitucionalista y al catalanismo moderado. "Vuelve la Cataluña que habla y no grita", "la Cataluña que siempre fue referente", asegura Illa. Lo dice en castellano, con alguna expresión catalana en medio, sin los complejos lingüísticos de Iceta que usó exclusivamente el catalán en el Parlament.

Partida política española en el tablero catalán hasta esa fecha. Sánchez tiene ya un seguro de legislatura con los Presupuestos aprobados, que podrían prorrogarse a 2022, pero un mar de problemas enfrente: el impacto de la crisis económica inducida por la pandemia, más la inestabilidad social que conlleva; el reto de moderar el gasto y limitar las pensiones, como pide Europa; el reequilibrio de la España rural y la urbana... Y todo eso conviviendo con un socio, Pablo Iglesias, que juega a Gobierno y oposición al tiempo. Ya ven: 2021 será un año corto pero de muy alta intensidad.

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