Con todos sus defectos, el ranking de 300 empresas europeas, con ingresos mínimos anuales de 40 millones de euros, que más han reducido su impacto en la huella de carbón, elaborado por primera vez por Financial Times, tiene la utilidad de poner números a un asunto sobre el que se hacen alardes de responsabilidad, pero se cumple poco. Hay veinte empresas españolas en el ranking (entre paréntesis el puesto que ocupan), Mediaset (8), Cajamar (13), Acciona (48), Bankinter (54), Renfe (57), Inditex (63), Aena (76), Garrigues (79), Iberdrola (91), Amadeus (94), Sacyr (95), Correos (97), Meliá (98), Telefónica (99), Caixabank (106), Abertis (125), Santander (154), Enagas (161), BBVA (194), y Mapfre (218).

Señalamos cuatro cuestiones de interés. La primera, que se mide sólo la reducción en intensidad de las emisiones -entre 2014 y 2019-, producidas directamente por la compañía o por la energía que emplean, aunque también la variación en su actividad influye en las emisiones. Segundo, destacan las entidades financieras, seis; y luego de energía, tres; construcción, dos; y nueve de diversos sectores, lo que nos dice que la regulación sobre bancos e informes de impacto medioambiental tiene su efecto, pero hay asimismo compañías en sectores diversos que por una razón u otra se toman en serio el medioambiente. En tercer lugar, las diferencias en emisiones son enormes, por ejemplo, Mediaset tiene sólo 525 toneladas de carbón equivalentes, mientras que Iberdrola son casi 16 millones, y Telefónica 969.000, lo que indica también el fuerte impacto energético, que no notamos, de las comunicaciones. Y, por último, todo esto marca un camino para que haya un terreno de juego nivelado para empresas y países, donde puede incluirse el acuerdo histórico del sábado, de las siete economías más desarrolladas del mundo y España, para que las grandes empresas paguen impuestos, al menos un 15%, en los países donde generan su actividad.

Esta primavera se ha comentado mucho los cambios en la floración de plantas, mencionando la revista The Economist los que se dan en los cerezos en Japón, ya que los poetas desde siglos fechan sus haikus con los días en que las plantas están en flor y otros fenómenos estacionales, y es una fuente de información excepcional. Hay también estudios muy interesantes sobre floración de plantas silvestres entre décadas, alertando sobre cambios que pueden afectarnos; y aunque la tendencia es de adelanto, un bosque en el hemisferio norte puede pasar de ser captor neto de carbono a emisor sólo por unas semanas de retardo en su floración. Además de ser proactivas en la reducción de emisiones, las empresas han de ir tomando en consideración los efectos para su actividad de posibles cambios en tendencias estacionales, que van desde el clima a enfermedades. Mientras, nos quedamos con unos versos breves de Matsuo Basho (siglo diecisiete) que dicen: "Viejo cerezo/ floreces. Evocación/ de otros días"; y estos otros: "Cuántas, cuántas cosas/ las flores del cerezo/ traen a la mente", reconociendo en esta primavera, que está más en el espíritu que en el tiempo, no sólo lo bello y transitorio, sino el ritmo incesante de la naturaleza cuyos equilibrios son un milagro continuo que permite la sobrevivencia.

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