Análisis

josé j. arenas

Físico de Sistemas Complejos Asesor del Centro de Ciencia Principia

El hombre en la Luna

La ecuación del físico David Grimes analiza la dificultad de mantener una conspiración

La pasada semana se estrenó First Man (El Primer Hombre). Esta película relata en primera persona la vida del astronauta Neil Armstrong y la heroica misión que le convirtió en el primer ser humano en pisar la Luna. Sin embargo, no me he acercado al cine a disfrutar del filme, ya que, como todos sabemos, el hombre, en realidad, jamás llegó a la Luna, o… ¿o sí?

"¿Por qué es tan difícil que alguien cambie de opinión?", preguntaba Eduard Punset en una ocasión a un psicólogo evolutivo. Ciertamente, no importan los argumentos que se ofrezcan a quienes ya han decidido previamente que son presas de la rumorología pseudocientífica. Al ser humano le encandilan los engaños, las conspiraciones, las sociedades secretas que, supuesta y clandestinamente, deciden por nosotros el destino de la humanidad a través de los siglos. Resulta más sencillo creer lo que se lee en los foros y blogs de cualquiera que maltrate un teclado con afán de protagonismo que analizar los datos fríos y aplicar la lógica más elemental. "La hipótesis más sencilla suela ser la correcta", asegura un conocido principio filosófico; pero ello no basta para intuir que es poco probable que miles de personas en todo el mundo orquestaran, simultáneamente, un fraude televisivo con un astronauta paseando por un desierto remoto. Qué importa que se pueda comprobar que la bandera realmente no ondeaba ya que permanece exactamente igual entre fotografía y fotografía. Y qué poco influye a algunos el hecho de que, gracias a fotografías recientes de satélites que orbitan la Luna, podamos observar los restos del módulo lunar del Apolo XI rodeado de las legendarias huellas dejadas por Aldrin y Amstrong.

En 2016, el físico David Grimes, concibió un método matemático que analiza la dificultad de mantener una conspiración en la sombra ya que, en algún momento, algún conspirador cantará. Su ecuación tenía en cuenta, principalmente, tres factores: el número de conspiradores, el tiempo transcurrido desde que se inició el complot, y la probabilidad inherente a que fracase cualquier conspiración. El hombre nunca llegó a la Luna, las vacunas causan autismo, las compañías farmacéuticas frenan una cura para el cáncer, el cambio climático es un fraude… Todas estas sesudas teorías que circulan por las redes fueron objeto del estudio, arrojando resultados significativos como que, por ejemplo, si la llegada del ser humano a la Luna hubiera sido un engaño, se habría sabido, probablemente, en 3,7 años… pero ¡han transcurrido casi 50! Qué extraño sería, en tal caso, que Rusia, o la antigua URSS, no hubiera desmontado ya el fraude al ser ellos quienes competían en la carrera espacial con los EEUU.

Hay personas que creen que todo fue una conspiración, un interesado engaño masivo perpetuado en el tiempo y que, por tanto, el ser humano nunca fue a la Luna. Tenemos que admitir que ello no está exento de cierta ironía, ya que estas personas quizá se encuentren en ella.

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