Análisis

rogelio rodríguez

En manos de quien manda y no gobierna

Es el propio PSOE el que debiera poner plazo de caducidad a la resistencia de Sánchez

En España, al igual que en otros países de la vetusta Europa, campan sin fuero una patrulla de estúpidos empeñados en resucitar espectros que mortificaron la existencia de pasadas generaciones. Grupos radicales, de uno y otro signo, que militan en la cutrez ideológica, enlodan la convivencia y aprovechan las afecciones del sistema para atentar contra la propia estructura democrática que les ampara. Aspirantes o ejercientes de "ese peligroso poder que manda, pero no gobierna", del que tanto alertaba nuestro insigne literato Gonzalo Torrente Ballester.

Se reducen a dos bandos antagónicos y minoritarios, exponentes de los deplorables extremismos a izquierda y derecha, pero han tomado asiento en las instituciones y comienza a depender de ellos la conformación de cualquier mayoría. ¿De quién, si no, cuelga el Gobierno de Pedro Sánchez? Y ¿quién, si no, pretende bloquear el pacto PP-Cs en Andalucía con exigencias retrógradas e integristas? PP y PSOE tienen de qué avergonzarse porque de la soberbia, inacción, torpeza o corrupción de sus gobiernos nacieron estos ogros.

Pedro Sánchez ostenta el poder como jefe del Gobierno -el que le permiten sus socios de investidura- porque valida muchas de las aspiraciones separatistas, nutre las despensas del nacionalismo y congenia políticamente con dirigentes como Pablo Iglesias, quien acaba de felicitar el año nuevo con un tuit que araña las pupilas, en el que pide a su decreciente audiencia "avanzar juntos hacia un nuevo proyecto de país, con un horizonte de futuro que nos ilusione, una nueva república que no excluya…".

Un ex cargo socialista, caracterizado por su talante irónico -y contemplativo-, me decía hace poco que "la actitud del presidente es un puro truco". Somera conclusión de quien, sin embargo, no discute que se trate de artimañas para continuar viajando en el Falcon hasta 2020 al menos, mientras se expanden las apologías al independentismo, se agrede impunemente a la Monarquía, los CDR se adueñan de las calles de Cataluña, aumentan en un 158% los homenajes a etarras y la inmigración ilegal bate récords.

Es el propio PSOE el que debiera poner plazo de caducidad a la temeraria resistencia del presidente, si no quiere ser conducido a la irrelevancia política. El resultado de las elecciones andaluzas y los sondeos que no maneja el CIS se traducen en un pliego de cargos. Sánchez está cada vez más rodeado de acusadores, y ya no sólo por la reanimada oposición, sino también por las innegociables exigencias del secesionismo, por la urgencia electoral de los podemitas en marcar sus diferencias y por los trémulos barones socialistas.

El 26 de mayo próximo se celebrarán comicios municipales, autonómicos (13 comunidades) y al Parlamento Europeo, que serán -sobre todo, estos últimos- el termómetro de las generales, en el probable supuesto de que Pedro Sánchez mantenga su aireada decisión de prolongar la legislatura. Entre otros motivos, porque ya no puede comparecer en las urnas sin lograr el gran reto de su mandato: ¡exhumar los restos de Franco! Patético colofón en el recuperado Valle de los Caídos.

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