Análisis

José Ignacio Enríquez

Actuario

El mercado y usted

Comprender la diferencia entre inversión y especulación es el primer paso para el éxito de una apuesta económica en la vida. Para los inversores las acciones representan una fracción de la propiedad de las empresas y los bonos son préstamos para el desarrollo de sus negocios. Los inversores tomamos las decisiones de compra o venta comparando los precios actuales de los activos con el valor de los mismos, realizando una operación cuando pensamos que sabemos algo que los demás desconocen, que no les importa ó que prefieren ignorar. Compramos activos cuando nos parece que ofrecen una rentabilidad atractiva para el riesgo asumido, y los vendemos cuando la rentabilidad ya no justifica dicho riesgo ó nuestra solvencia lo requiere.

Como siempre, perfil de inversión y estrategia a seguir deben coincidir pues, de lo contrario, nos pillará siempre a pie cruzado y se cumplirá aquello de que el inversor medio compra caro y vende barato. En nosotros está gestionar correctamente el destino de nuestros ahorros.

Por el contrario, los especuladores compran y venden activos únicamente en función de si piensan que el precio va a subir o a bajar. Y su opinión sobre lo que vaya a hacer el precio no se basa en los fundamentales de las empresas sino en lo que otros predicen ... o les dicen y el palpito o subidón que les produce.

La frontera entre inversión y especulación vendría a ser en términos sociales como la de seducción y conquista; difusa y sólo distinguible por el horizonte temporal de la misma; seducir (especular) para un "aquí te pillo, aquí te mato" o conquistar para "fines serios" y proyectos de vida.

¿Cuántas veces hemos comprado o vendido porque alguien nos lo ha dicho sin conocer o entender lo que estábamos comprando o vendiendo? Está en la condición humana actuar de forma irracional, nuestro instinto nos dice que las mejores decisiones en la vida suelen tener a veces una componente irracional, que en el fondo nos encanta detectar y nos produce emociones.

Permítanme despedirme con un conocido aforismo del gran Johan Maynard Keynes: "El mercado puede permanecer irracional más tiempo del que usted puede permanecer solvente".

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