Análisis

teodoro león gross

¿plebiscito en el cortijo?

Hay al final una lógica plebiscitaria en las urnas de este 2-D. La presidenta se quejaba en el debate del 3 contra 1 -no añadía, con lenguaje de patio escolar, pero quedaba sugerido, aquello de "3 contra 1, mierda para cada uno" con el que se denunciaba el ventajismo de los rivales en los recreos- pero quizá el 3 contra 1 fuese inevitable después de casi cuatro décadas. La campaña sólo se entiende en el eje de continuidad/cambio. Moreno Bonilla ha insistido constantemente en el plebiscito con un eslogan de cambio. Ciudadanos también, pero con un argumento paralelo: el PP ha fracasado durante 40 años en cambiar, así que toca probar otra cosa. Y AA pide cambio pero para hacer política genuinamente de izquierda considerando que el susanismo es derecha. Así han llegado hasta las urnas, con más o menos afonía, o más o menos afasia.

La lógica plebiscitaria pesa hoy. "Susana Díaz está en la puerta del cortijo y no quiere que nadie entre", decía Arrimadas. Y Moreno: "Actúa como si fuera la propietaria de un cortijo". Teresa Rodríguez: "Mientras el cortijo siga apestando, seguiré diciéndolo". El tópico del cortijo no decae. Ya lo utilizó el periodista A. Rivera en El cortijo andaluz, un aguafuerte sobre el lado oscuro de la Junta, subtitulado "treinta años de subvenciones, enchufismo y despilfarro". La metáfora alude a un sur rural e injusto de señoritos, que ahora serían los altos cargos de la Junta, los nuevos señoritos del sur. Es una crítica de brocha gorda, con un imaginario fuerte, de la que el PSOE se defiende por lo obvio: si los andaluces creyesen que esto es un cortijo, ¿llevarían cuarenta años apoyándolos? En fin, hay una lógica plebiscitaria entre continuidad y cambio. Y al cabo se trata de cómo ver, más allá de las lecturas nacionales, el futuro de Andalucía.

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