Aprovechando la pregunta de un asiduo lector de esta columna, hoy les reseñaré algunas curiosidades de un velero que, desde hace ya algunos años, se ha convertido en un habitual en las aguas malacitanas. Luciendo el nombre de un célebre compositor polaco que vivió en el siglo XIX, el Fryderyk Chopin es un bergantín de dos mástiles construido entre los años 1990 y 1992 en los astilleros Dora en la localidad polaca de Gdansk. Dedicado a realizar viajes con estudiantes, este buque de 55 metros que monta 21 velas, además de ejecutar rutas educacionales, ha participado en un significativo número de regatas internacionales de grandes veleros clásicos. Protagonista de un grave accidente en el Atlántico que lo dejó sin mástiles y a la deriva en octubre de 2010, tras ser reconstruido, nuestro protagonista de hoy siguió navegando frecuentando con bastante asiduidad del puerto malagueño.

Con la particularidad de haber sido el primer velero que atracó en Málaga tras los meses más duros de la pandemia, la estampa de este bergantín destaca por una curiosidad que ahora les explicaré; un detalle que me servirá para intentar responder a la pregunta que me han hecho.

A simple vista, entre los muchos cabos y cables que componen la jarcia de este buque, se pueden apreciar unas estructuras de color azul que insertadas en algunos de estos recuerdan la imagen de unos plumeros domésticos. Fabricados con restos de cabos deshilachados, estos plumeros están trenzados sobre determinadas zonas de la jarcia firme, es decir, sobre cabos y cables que sin movimiento sirven para fijar los mástiles entre sí o para afianzarlos a la cubierta. Ubicados en estos lugares, los plumeros evitan que las velas desplegadas puedan dañarse e incluso romperse al rozarse con la jarcia firme; una protección muy simple y a la vez muy efectiva.

Denominados en inglés como baggywrinkles, estas estructuras que en algunas publicaciones en español son reseñadas como defensas de aparejo tipo plumero, son unos elementos fundamentales en los grandes veleros clásicos. Unos vistosos plumeros que, como los azules del Fryderyk Chopin siempre llaman poderosamente la atención cada vez que se ven en el puerto de Málaga.

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