Aunque cada vez ocurre menos, de ve en cuando, las planificaciones de llegada y estancia en puerto de determinados barcos queden quedar desbaratadas por circunstancias muy diferentes. Al hilo de esto, hoy les contaré las vicisitudes de dos buques muy similares en su uso pero, muy diferentes en sus formas que, vivieron unas muy curiosas historias en aguas malacitanas.

Programada su visita con algún tiempo de antelación, en marzo de 2020, la organización no gubernamental Proactiva Open Arms anunciaba la escala de su velero Astral. Haciendo coincidir este atraque con la celebración del Festival de Cine malagueño, esta ONG, con una visión publicitaria casi perfecta, daría a conocer su labor humanitaria en la mar apoyada directa o indirectamente por parte de la industria cinematográfica; una carambola que desafortunadamente no salió bien.

Con la previsión de permanecer diez días amarrado junto al Palmeral de las Sorpresas, este velero de dos mástiles y 31 metros construido en Alemania en 1970 cancelaba su llegada; una visita anulada que tuvo como motivo la puesta en marcha del estado de alarma por Coronavirus instaurado el 14 de marzo de 2020.

Algunos meses más tarde, en concreto el 21 de diciembre de ese mismo año, el barco de la Asociación Salvamento Marítimo Humanitario Aita Mari atracaba en el muelle número dos. Procedente de Santander, este veterano atunero, rescatado del desguace en 2018 y reconvertido en buque de rescate, llegaba a Málaga para cumplimentar una larga estancia; una programación que debía haberlo mantenido en puerto al menos durante un mes. Con el añadido de que este barco de 32 metros pensaba convertir las aguas malacitanas una de sus bases fijas para la realización de sus campañas por el mediterráneo central, el Aita Mari, dos días después de su entrada se marchaba; una salida que al parecer estuvo como motivo principal unas desavenencias económicas con el puerto malagueño.

Dos historias que tuvieron como protagonistas a dos buques dedicados al rescate de personas en la mar. Un antiguo yate y un curtido pesquero que, reacondicionados para realizar labores humanitarias, hasta la fecha no han vuelto a poner sus miras en el puerto de Málaga.

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