De poco serviría la avalancha de actividad lúdico-cinéfila en la ciudad de Málaga si pasados los diez días de Festival volviese la sequía más absoluta para los espectadores más exigentes. Pero el Festival de Málaga fue determinante para que el Cine Albéniz resucitara con una puesta al día de cara al siglo XXI, de manera que durante las 50 semanas que la cartelera no es ocupada por el Festival la Cinemateca Municipal se mantenga cual farmacia de guardia ofreciendo los estrenos más interesantes para el aficionado. En VOSE. Complementados por ciclos exquisitos, como la retrospectiva dedicada a Mizoguchi.

De poco serviría la apabullante programación ofertada por el Festival (que nos agota, vaya si nos agota) si, como ocurre en otras ciudades festivaleras, clausurado el evento, si te he visto no me acuerdo, el buen cine, la versión original, la oferta independiente, se volatilizan hasta el año siguiente. La red de Filmotecas se distribuyó a modo de lotería por autonomías. En las comunidades uniprovinciales hubo premio casi seguro. En el resto, casi siempre, la muerte por inanición.

Málaga es una de las pocas ciudades sin Filmoteca cuyo Ayuntamiento ha sabido compensar con creces esta carencia. Pero detrás de las instituciones hay personas, a las que hay que agradecerles su audacia y esfuerzo para hacerlo posible. El actual director del Festival, Juan Antonio Vigar, fue uno de los puntales. Gracias infinitas a todos sus hacedores. Basta imaginar cómo sería la oferta cinematográfica en Málaga a fecha de hoy sin la Cinemateca Municipal estar más que agradecido. Es ciudad museística de referencia, por supuesto. Pero es también una de las escasísimas plazas de la mitad sur de la península, de Madrid hacia abajo, a donde llega el otro cine. Sin el Festival este privilegio no habría sido posible. Algo que conviene tener presente las otras 50 semanas del año.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios