En noviembre de 2005 (qué rápido pasa el tiempo), en esta misma columna les conté la historia del Gunilla, un velero sueco muy vinculado a Málaga al que hoy, muchos años más tarde, me volveré a referir.

Proyectado originariamente como un gran yate privado, en 1940, los astilleros AB Oskarshamns comenzaron la construcción de este buque; una goleta de tres mástiles con velas bermudianas que finalmente fue botada en 1945 como un barco de carga. Luciendo su actual nombre y operando en los fríos mares del norte de Europa, el Gunilla, en 1954 sufría una significativa reforma en la que se le instalaba un motor. Aumentada su operatividad para el cabotaje y alargada su eslora en ocho metros, en 1961 este velero era rebautizado como Monica, un nombre con el que trabajó hasta 1965, momento en el que retomó su denominación original. Manteniendo una actividad muy mermada por la evidente competitividad frente a otros barcos mucho mas operativos, en enero de 1997 el Gunilla realizaba su último viaje comercial; una navegación en la que se despedía transportando un cargamento de grano.

Parado en aguas suecas teniendo el desguace como principal horizonte, una institución educativa con sede en la isla de Öckero, a las afueras de Gotemburgo, compraba el Gunilla para transformarlo en un ortodoxo bergantín-goleta e iniciar en agosto de 2002 una nueva vida como barco escuela. Con 49,6 metros de eslora y 405 toneladas de registro bruto, este velero tripulado por 10 marinos que puede embarcar además a 38 escolares, realiza desde entonces rutas educativas de tres meses con estudiantes suecos de bachillerato.

Teniendo a Málaga como un puerto de estala fija antes de iniciar una ruta trasatlántica que este año lo llevará a Miami, el pasado 24 de noviembre el Gunilla quedaba atracado en el muelle número dos. Aprovisionado y mientras se efectuaban algunas reparaciones, los nuevos estudiantes embarcados, además de conocer el barco tuvieron que realizar los denominados ejercicios de jarcia. Encaramados a los mástiles, los futuros bachilleres suecos aprendieron cómo hay que moverse y maniobrar para cuando el Gunilla, como se dice en el argot de este tipo de barcos, navegue a la vela.

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