El AVE de nunca llegar

La alta velocidad a Marbella fue la promesa de hace una década, pero luego la realidad imperó sobre las fantasías

El consejero de Medio Ambiente presentó esta semana el borrador del nuevo Plan de Ordenación del Territorio (POT) para la Costa del Sol. El anterior se aprobó en 2006 y lo tumbó el Tribunal Supremo, porque no respondió a unas alegaciones durante el trámite y porque la propia Junta de Andalucía tampoco respetó su norma interna con el informe de impacto de género. No me extraña, la producción de leyes urbanísticas del Gobierno andaluz ha sido tan fecunda los últimos tres lustros, que seguramente no les queda tiempo ni para atender los requisitos burocráticos que a sí mismos se imponen.

Lo cierto es que el litoral occidental vive feliz sin POT y ahora se encontrará con uno elaborado por el arquitecto de cabecera del Gobierno andaluz, Manuel Ángel González Fustegueras. Los principales titulares que extrajimos del avance del documento tenían que ver con la movilidad. La solución que se plantea para que los nueve municipios costeros afectados dispongan de una red de transporte público adecuado, consiste en ocupar la autovía y liberalizar el peaje de la autopista para que asuma todo el tráfico privado. El arquitecto propone convertir la autovía en un bulevar y habilitar, además de los carriles para los autobuses, el paso de un tranvía ligero. Un santo por otro.

El POT se olvidó de dibujar en los planos el espacio por donde debería discurrir un futuro AVE a Marbella. Pero como el Gobierno andaluz tiene unos principios flexibles, en que cuanto se le hizo la observación sobre la carencia, el consejero José Fiscal no tuvo problemas en anunciar que se subsanaría el lapsus, justificado porque el Ejecutivo central, que es al que se responsabiliza del pago de esa infraestructura, no contempla el tren. En fin, un POT de quita y pon en 24 horas.

El AVE a Marbella fue la gran promesa del Ejecutivo autónomo hace más de una década. Queríamos que llegara al aeropuerto, la gran puerta de entrada del turismo en Andalucía, para que los viajeros al descender de las escalerillas de los aviones estuvieran, allí mismo, conectados por tren con toda la comunidad. Pero la fantasía, como casi siempre, supera a la realidad.

Hace ahora un año, el propio alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, volvió a la carga con el proyecto en una reunión con el ministro de Fomento. Pero como ayer éste dejó claro, no hay intención de AVE, ni de un tren de altas prestaciones, que quizá sería lo más sensato, porque es absurdo una línea de alta velocidad con paradas cada diez o veinte kilómetros. Y ahora quedan dos alternativas para prolongar el Cercanías, con 1.000 y 2.000 millones de coste, y el doble si se alcanza Estepona. Y tan complementario será el transporte con el uso del coche, que la locomoción más rápida le corresponde al automóvil en detrimento del tren. Y con el horizonte de 2024 para ejecutar el proyecto.

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