HAY que remontarse a 1996 para encontrar un momento en la historia de la Andalucía autonómica en el que los sondeos pronosticasen la posibilidad de una derrota socialista. En marzo de aquel año Manuel Chaves logró darle la vuelta a las encuestas: ganó en las urnas, aunque su mayoría insuficiente le obligó a gobernar con los andalucistas.

Ahora, el Barómetro Joly registra un virtual empate técnico entre el PSOE y el Partido Popular. Las décimas de más del socialismo en estimación de voto significan poco, sobre todo viniendo de una hegemonía del partido en el poder que dura ya veintisiete años (su primer triunfo, Escuredo mediante, data de mayo de 1982) y de unos resultados reales en las elecciones andaluzas de hace tan sólo año y medio que arrojaron nueve puntos y medio porcentuales más para la candidatura que lideraba Chaves que para la encabezada por Javier Arenas.

Estamos hablando de un barómetro cuyo trabajo de campo se realizó hace dos-tres semanas y en el que los andaluces son preguntados por lo que votarían ahora mismo, si hubiera elecciones. Pero no las hay. Cuando se convoquen su opinión puede ser la misma o puede haber cambiado, quién sabe. Lo que sí sabemos, observando la serie histórica de sondeos, es que la tendencia general de los socialistas es hacia la baja y la tendencia general de los populares es al alza. Quizás sea la primera vez en que se presenta como posible en Andalucía el famoso sorpasso (adelantamiento), aquel sueño que tuvieron hace veinte años Julio Anguita y Luis Carlos Rejón. Sólo que en vez de conseguirlo IU lo lograría el PP. Un sorpasso por la derecha. En realidad, un cambio histórico... que no implicaría inevitablemente que Arenas vaya a mandar en la Junta (hay que estar atentos al mantenimiento de Izquierda Unida y al avance del partido de Rosa Díez, que supera al PA).

¿Cómo interpretar este augurio de empate entre los dos partidos mayoritarios? Como producto del desgaste de Zapatero por la crisis, la subida de impuestos y la creciente impresión de insolvencia e improvisación que emana del Gobierno, arrastrando a todos los socialistas que manden en cualquier sitio, y también del hartazgo de los andaluces tras casi tres décadas de dominio del mismo partido. En esta tierra el PSOE es la tradición y el PP el cambio. Matizadamente: no es que suba mucho el Partido Popular, sino que baja mucho el Partido Socialista (casi tres puntos desde el anterior Barómetro Joly); el Gobierno andaluz suspende en su valoración y en su grado de conocimiento ciudadano, pero aun así logra una nota mejor que la oposición de centro-derecha. Los votantes del PP valoran peor a Javier Arenas que los socialistas a Griñán. También es un dato.

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