La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Afrontar las responsabilidades

La protesta es un derecho en una democracia y los políticos y expertos deberán dar cuenta de sus errores

Por qué Obama puede calificar la respuesta de la Casa Blanca a la pandemia como un "desastre caótico absoluto" y afirmar que "esta pandemia ha dejado en evidencia por completo y finalmente la idea de que la gente al mando no sabe lo que está haciendo" sin que lo degraden de demócrata a republicano, de progresista a reaccionario y de patriota a traidor que aprovecha los muertos para erosionar a Trump? Decir algo parecido en España supone una instantánea condena a facha. ¿Acaso cuando un conservador dice y hace las peligrosas estupideces de Trump es positivo criticarle, pero cuando se dicen y se hacen desde la izquierda toda crítica es deslealtad o política rastrera y las manifestaciones -criticables solo por no guardar la distancia de seguridad- son tachadas de golpistas? Ander Gil, portavoz del PSOE en el Senado, ha llegado a hablar de intentos de "derrocar al Gobierno legítimamente surgido de las urnas" y de "sabotaje".

¿Las duras críticas de Obama buscan también derrocar a Trump en una maniobra golpista y son sabotaje contra un Gobierno surgido de las urnas? Quienes aquí satanizan la crítica por dirigirse a un Gobierno social-podemita aplauden que en Estados Unidos Obama lo haga por dirigirse a Trump. Importa la filiación, no los hechos. Somos el segundo país del mundo tras Bélgica -o el primero si se tiene en cuenta que allí se suman todos los fallecimientos- en muertes por 100.000 habitantes. Los responsables sanitarios de la UE, como ayer se confirmó, se equivocaron en su reunión del 18 de febrero al considerar que el riesgo para la población era bajo. Los responsables políticos y sanitarios de España se equivocaron prolongando esta valoración errónea hasta el 14 de marzo, permitiendo esa semana grandes concentraciones futbolísticas, políticas y feministas. En el último caso incluso animando a participar en ellas.

Las cosas mejoran, dígase sin olvidar las 27.709 víctimas y los 57 fallecidos de ayer (imposible no recordar el final de la novela de Remarque: el protagonista cae abatido momentos antes del final de la guerra "en un día tan tranquilo y calmado, que el informe del ejército se limitó a la frase: sin novedad en el frente"), y es posible que haya vacuna en enero. Pero las responsabilidades no caducan, la crítica es esencial en una democracia, la protesta es un derecho de los ciudadanos y los políticos y expertos deberán dar cuenta de sus errores.

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