Mitologías Ciudadanas

José Fabio Rivas

Alzheimer

El 21 de septiembre se celebró el Día Mundial del Alzhéimer. Este año, y dada la fiereza con la que la pandemia de la Covid se ha ensañado con las personas mayores, en general, y con los pacientes de Alzheimer y sus familiares, en particular, quería estar atento a la fecha para escribir algo al respecto, pero se me olvidó. ¡Las cabezas…! No sonrían socarronamente para sus adentros. ¡Nos pasa a casi todos! En lo que respecta al deterioro cognitivo, en mayor o menor medida, la edad suele pasarnos factura. Por eso votamos a quién votamos… Pero ese deterioro cognitivo menor no es la enfermedad de Alzheimer. Hablar de la enfermedad de Alzheimer es referirse a un trastorno serio, a una demencia muy grave. Es cierto que los pacientes suelen comenzar con sintomatología leve (similar al deterioro cognitivo menor al que antes hemos hecho referencia), pero pronto los síntomas se van agravando: pérdida de memoria cada vez más intensa, desorientación, alteraciones de conducta, cambios en la personalidad y en el estado de ánimo, deterioro en la capacidad de movimiento, pérdida de aptitudes (como las de reconocer objetos y personas, incluso las más próximas y queridas)… La enfermedad acaba deteriorando la masa muscular y el paciente pierde movilidad, lo que lo lleva a encamarse. La muerte suele llegar en unos 10 años, no por la enfermedad, sino por causas externas: neumonía, úlceras que se infectan…

La enfermedad fue descrita por primera vez por el neuropsiquiatra Alois Alzheimer en 1906, como una enfermedad poco frecuente, una neurodegeneración que acaba con neuronas y sinapsis. Las razones de esa poca frecuencia de entonces no está clara (sin duda, el aumento en años de vida, el mejor diagnóstico y, por qué no, el deterioro ecológico y medioambiental, han podido influir en que actualmente las cifras de prevalencia sean alarmantes: de 65 a 74 años es de 0,97%, aumentando a 7,66% en el grupo de 75 a 84 años y a 22,53% en el grupo de más de 85 años).

¿Y por qué quería yo estar atento este año al Día Mundial del Alzheimer? ¡A ver si me acuerdo…! Desconocemos sus causas, carecemos de tratamiento efectivo. Este mal terrible que priva a las personas de lo más consustancial: de la memoria, del recuerdo de sus sentimientos, emociones y acontecimientos, de todo lo que nos constituye como seres humanos, de nuestra identidad y mismidad, se deshace, y con ello nos deshacemos nosotros mismos. Dependemos entonces completamente de otras personas. El escaso desarrollo y deficiente financiación de la mal llamada Ley de Dependencia, la escasez de alternativas de los servicios de protección social públicos, el cierre de los centros de día… ha abocado a muchas familias a optar entre las residencias de ancianos -sin comentario- o la sobrecarga, extenuación y abandono de sus propios proyectos vitales.

Un día nos despertamos y, al mirarnos al espejo, creemos ver a un perfecto desconocido. Y ese mismo día, en el televisor contemplamos a un grupo de políticos increpándose unos a otros, en el salón de nuestra casa. Entonces, enfurecido, les gritamos: "¡inútiles, váyanse al carajo! ¡Salgan inmediatamente de mi casa!" ¡Qué pena que para eso tengamos que tener Alzheimer! ¡Que Dios nos coja confesados!

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