Desde la madriguera

Ignacio del Valle

Ambiente de submarino

Con la lluvia en la madriguera hay cierto ambiente de submarino, pero más ventilado

Con la lluvia en la madriguera hay cierto ambiente de submarino, pero más ventilado. Enfilamos la segunda semana de inmersión doméstica con orden y desconcierto. La matriarca dice que es una lástima que nos hayamos vuelto japoneses con motivo de esta calamidad. Está hasta la coronillavirus de los dos castrones a los que pastorea. Es cierto que ha aflorado un cierto espíritu marcial, más disciplina y respeto entre nosotros. La casa me recuerda a una enorme camareta.

La unidad habitacional de la mili cuartelera. Un espacio en el que cada individuo de su padre y autonomía ventoseaba en su lengua vernácula. Las tufallas perduran en el disco duro, no hay mejor copia de seguridad para un recuerdo. Hay evocaciones desagradables que, con el paso de la nostalgia, se curan y ahúman en el secadero de la memoria, como una pata de jamón. Imágenes que tardan muchos años en revelarse para enseñar su significado real. No recuerdo los aromas de la taquilla mínima que fungía de ropero, despensa y muro de Facebook con la foto de la novia o el pajillero póster de taller.

En el rompecabezas del gabinete, madre de todos los polvos, hay un par de fotos de los días de ardores guerreros y una insignia de rombo lacado con la fiel infantería. Cada vez que veo jugarse la infección a los soldados de la Unidad Militar de Emergencias… fumigar y montar hospitales con boina amarilla a toda pastilla…cuando contemplo a los guardias civiles, policías, sanitarios y voluntarios, me descubro ante ellos con toda mi admiración, desde las profundidades de esta cautividad estéril.

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