Amiguismo sin solución

Uno de los problemas que tiene España es la intromisión de los políticos en los organismos públicos

Si el nuevo presidente del Gobierno sorprendió tras su fulgurante ascenso nombrando un consejo de ministros que conjuntaba cierto brillo con una preparación profesional general fuera de dudas, recibiendo el aplauso casi unánime de la crítica, en lo que respecta a los nombramientos postreros de directores de órganos e institutos oficiales ha optado por la solución fácil de colocar a personas de su entorno más cercano, algo habitual en nuestra política y que no es, desde luego, cosa de un solo un partido.

Siendo esto así, y sin que quepa por tanto mucho margen para la sorpresa o la indignación, no deja de llamar la atención la designación de José Felix Tezanos como director del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), órgano que cuenta en el sector de la sociología y la demoscopia con una sobrada solvencia no sólo por su importante dotación presupuestaria, y cuyas oleadas temporales sobre la situación de España en los más variados ámbitos (no necesariamente políticos) son instrumentos valiosos para el análisis y la valoración de la marcha del país.

Tezanos es catedrático emérito de sociología de la UNED (su manual de sociología, por cierto, es uno de los clásicos en la materia) y persona muy cercana al PSOE desde siempre, tanto que hasta hace unos días era miembro de su Ejecutiva federal. Al ser preguntado por la polémica de su nombramiento, visiblemente incómodo respondió que el hecho de ser socialista, comunista o podemita (sic) no le inhabilita a uno para desempeñar determinados cargos. Desde luego que no, le podíamos contestar, pero siempre será mejor, por motivos obvios, que el designado no tenga relación orgánica con el partido de turno. ¿Qué se hubiera dicho si el PP hubiera en su momento designado a un Arriola cualquiera para el cargo?

Uno de los problemas que tiene España sin visos de solución es la intromisión de los políticos en los organismos públicos, para controlarlo todo. En el caso del CIS, como en el de Correos, o en cualquier organismo de carácter técnico, lo óptimo sería poner al frente a una de las muchas personas cualificadas que tenemos cuya permanencia en el cargo trascendiera a la contienda política de cada día. Lo contrario es poner en el disparadero sin necesidad a las personas que ocupan esos cargos y a las propias instituciones, cada vez más desprestigiadas por el uso y abuso que el primero que llega hace de ellas.

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