La pandemia invade el balance. Pero si nos fijamos sólo en la gobernanza, Andalucía sigue sin novedad. O sea, que en este tercer 28-F con el PP en el poder se puede concluir que el cambio era un eslogan y ahora una muletilla que suena cada vez más falsa. Como su antecesora, Moreno sale a bolo diario para consumir minutos y titulares en el aparato doméstico de propaganda; Canal Sur. Estamos como antes y la actuación estelar de presidentes tan enganchados al proselitismo es precisamente hoy.

Eso tiene sus riesgos. En 2018, en el que iba a ser su último 28-F en el poder, Susana Díaz lanzó una teoría temeraria: que se había producido el cambio en el sistema productivo andaluz, porque la región exportaba más aviones que aceite de oliva. Error aeronáutico, porque la facturación acumulada del sector estaba inflada, la estadística no descontaba los componentes importados, y enseguida empezaron los recortes en Airbus. Y desprecio a los 3.000 millones de euros de exportación del primer productor mundial de aceite de oliva.

Hay que reconocerle a Moreno que es menos invasivo que Díaz, que parecía la titular de todas las carteras. Ese perfil más bajo le ahorra bochornos como el citado. Para protegerle también hay una táctica de exagerada sobreactuación de sus portavoces en el PP, el gobierno y el parlamento. Funciona: mientras más cafres son sus segundos más moderado parece él. Aunque al pensar tanto en la galería se ha empobrecido la función del Parlamento andaluz hasta el peor nivel de su historia.

Sin actividad legislativa de relevancia más allá de los tres presupuestos aprobados y con una deliberada irritación de los debates desde PP y Cs, nunca el Parlamento tuvo menos brillo en la vida pública en 40 años. Que le hayan dado la medalla de Andalucía es como si un torero se brindara un toro a sí mismo. El artículo 99 del Estatuto dice que la Junta de Andalucía está compuesta por el Parlamento, la Presidencia y el Consejo de Gobierno. La tercera institución de la Junta le ha dado a la primera una medalla; self service.

Otra consecuencia del presidencialismo y monopolio de la escena por el PP es que Ciudadanos ha quedado abducido y sin identidad dentro de la coalición. El confort personal con sus socios políticos de Juan Marín, que sigue practicando un riverismo militante, y el perfil técnico de los otros cuatro consejeros de Cs, que entraron en el gobierno siendo independientes, ha llegado a confundir a este partido en el paisaje popular. Pero no sólo Cs carece de líder para las elecciones del año que viene; también Vox y el conglomerado a la izquierda del PSOE están huérfanos. Aún cuestionada dentro de su partido, Susana Díaz es el único referente frente a Moreno. Hubo un relevo entre estas dos personas; el resto son sólo expectativas y espectadores. El cambio más sensible es el auge de Vox y el deterioro de Cs. El resto, sin novedad. De momento.

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