Postales desde el filo

Andalucía 2D

En las encuestas, todo parece sencillo, el PSOE ganaría con unos 10 puntos de ventaja

Los andaluces estamos convocados mañana a las urnas. Una de las incógnitas es cuántos acudirán. En las dos anteriores convocatorias la abstención estuvo en torno al 36%. Y casi un 30% ha declarado en las encuestas no tener decidido el voto. Lo cierto es que los electores iremos a votar conscientes de que no tendremos la última palabra. No es que todo esté decidido, muy al contrario, todo estará por decidir tras el recuento. Es algo normal en los sistemas multipartidistas. Con el bipartidismo las cosas eran más previsibles, en nuestro caso ha sido como pasar del sistema binario a la física cuántica. En las encuestas todo parece sencillo: el PSOE ganaría con unos diez puntos de ventaja sobre sus inmediatos seguidores, que quedarían más o menos empatados. Con esos resultados, el ganador podría formar gobierno con cualquiera de sus oponentes. Así es en las democracias multipartidistas. Pero no en nuestra realidad. PP, Cs y AA tienen, como es lógico, el empeño común de sacar a los socialistas del gobierno. Algo que, con una u otra fórmula, llevan treinta y seis años intentando. La derecha lo tiene claro, no dudaran en aliarse con el diablo para echar a los socialistas de San Telmo. Lo de Adelante Andalucía es algo más complicado: pretenden lo mismo, pero solos. Un logro que, por muy encomiable que sea, está fuera de su alcance. La señora Rodríguez, más antisusanista que anticapitalista, lo justifica mediante el sofisma de diferenciar entre el susanismo y PSOE. Afirma con vehemencia que nunca pactará con Díaz y que, en todo caso, exigiría su cabeza antes de dignarse a hablar con los socialistas. Algo que, en principio, parece una exigencia poco realista. Según las encuestas, la coalición de la señora Rodríguez quedaría a más de diez punto del PSOE. Dado que el carácter ineluctable de su "no es no" a Susana Díaz supone un serio obstáculo, lo lógico sería que la que de las dos contase con menos apoyos, en votos y escaños, renunciase para facilitar el acuerdo en la izquierda. De lo contrario se vería sometida a una enorme presión y tendría que responsabilizarse de tener que ir a nuevas elecciones. La derecha, por su parte, es la que ahora cree que unidos podemos. No tardaremos en ver las primeras escaramuzas en la elección de la presidencia y la mesa de la cámara. Y será aquella la encargada, oídos los grupos parlamentarios, de proponer la candidata o el candidato a la investidura. Veremos.

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