Anécdota y categoría

Don Josep Guardiola ha inventado una forma 'indepe' de pensar que va de la anécdota a lo anecdótico

Decía don Eugenio d'Ors y Rovira, el ilustre Xenius, que el pensamiento, y el pensamiento inductivo principalmente, consiste en deslizarse, en trascender "de la anécdota a la categoría". De modo que cuando don Eugenio quiso definir Lo barroco, se llegó al Jardín Botánico de Lisboa y lo utilizó como frontispicio, como anécdota florida y dosel umbrío de dicha magnitud artística (esto mismo es lo que acaba de hacer Fernando Iwasaki con el barroco limeño en su estupendo y abracadabrante ¡Aplaca, Señor, tu ira!). Algún malvado dirá que Ortega poseía una extraordinaria facilidad para convertir lo anecdótico en categórico, sin merecimiento alguno. Y no le faltaría razón. Tanto es así, que Azaña decía de él que don José no tenía ideas, sino ocurrencias… Pero, claro, todo esto era antes de que don Josep Guardiola inventara una forma indepe de pensar que consiste en ir, gallardamente, de la anécdota a lo anecdótico.

Se queja don Josep de que los "presos políticos" llevan más de un año en la cárcel cuando, total, esos señores "no han roto ni un plato". Pero esta doctrina de la vajilla tiene sus fallos. Si la aplicamos, por ejemplo, a don Antonio Tejero Molina, resulta gravoso y desproporcionado pensar que se le condenó a treinta años por causar unos desconchones en el techo del Congreso. "Hombre, -diría algún pensador anecdótico tipo Guardiola-, los frescos de Ribera están muy bien y son de mucho mérito. ¡Pero treinta años, collons, por cuatro agujeros!". Sin embargo, un pensador convencional, un pensador inductivo o deductivo, actuaría de diverso modo. Y acaso llegara a la conclusión de que Tejero no fue condenado por alterar la bóveda del Congreso, ni por beberse el agua de los oradores. Muy probablemente, ese pensador amateur concluiría que el señor Tejero fue juzgado -y condenado- por alzarse contra el régimen democrático español. Tesitura muy similar, por cierto, a aquélla en la que se encuentran los "presos políticos" de Guardiola, a la espera de que se conozca su sentencia.

De modo que no es el daño emergente lo que se juzgaba en el caso de don Antonio Tejero, y tampoco lo que hoy se pondera y se enjuicia en el Supremo. A estos héroes de la libertad se les juzga por un hecho muy preciso: el intento de suprimir las garantías democráticas en Cataluña. A pesar de lo cual, el señor Guardiola dice que es una "animalada" mantener en presidio de sus amigos. Sobre la verdadera animalada, sin embargo, sobre la animalada categórica, no ha dicho nada.

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