Año de nieves, año de bienes preelectorales

En esta época, cuando las empresas reciben encargos de obras, la gran exigencia es que estén listas antes de las urnas

Dice el refrán que cuando aparece la nieve, se supone que en el arranque del año, es el preludio de las bonanzas posteriores que le acompañaran. La sentencia popular se asociaba a la agricultura. No nos podemos quejar de nevadas en este 2018, pero me temo que la sequía entiende poco de dichos populares.

En la política municipal, la mayoría de los ayuntamientos no se han encomendado al refranero popular para regar con todo tipo de bienes estos doce meses sino al presupuesto, si han conseguido aprobarlo. El objetivo no es otro que aprobar la gestión local con un producto con suficiente impacto como para que el votante lo recuerde cuando acuda a votar en la primavera de 2019. La teoría se sustenta en dos años y medio de transición y uno de gran apuesta, que permita visualizar un cambio en la ciudad que borre la apatía anterior. El riesgo de acometer las obras sin excesivo margen de tiempo, es que pueden quedarse atascadas por cualquier circunstancia. En ese caso, lo que acaba por acentuarse es la incompetencia por la mala gestión. Cuando las empresas reciben los encargos, directos o vía concurso, porque de todo hay en la viña, la principal petición de los concejales es que la actuación se culmine en plazo. Es decir, antes de votar. Con las restricciones legales, las inauguraciones en los dos meses anteriores a los comicios han quedado proscritas, pero la imaginación suple las restricciones. Las calles, los parques o las nuevas instalaciones se abren al público, porque eso no se prohíbe, y los políticos convocan a paseos sin corte de cinta.

Hace unos días, nos dimos una vuelta por la provincia para encontrar los bienes de este año preelectoral. En la capital, de momento, sólo nos salía la peatonalización de la Alameda. Que arrancará parcialmente ya mismo. Multiplicar por cinco la calle Larios (en relación a la superficie) persigue el objetivo. Veremos qué se le ocurre a Teresa Porras si continúa al frente de las fiestas cuando se estrene. Pero el obstáculo es que en uno de los laterales aparece el Metro y la obra. Viaje al desenlace desconocido. Torremolinos también se ha lanzado por una calle Larios en el centro. Su alcalde es un enamorado de la original y no ha dudado en importarla, con guion adaptado a la ciudad. En Estepona, el sueño del regidor es el hospital. Y ahí dependerá de la Junta, que es la que debe dotar al centro sanitario de personal y equipamiento, para que pueda presentar la promesa como cumplida. En Antequera suspiran con el Puerto Seco, que también va ligado al Gobierno andaluz. En Rincón creen que una piscina cubierta le dará otro aire a la marinera ciudad. En Nerja también se despegan un poco del mar para intentar un parque fluvial. Y en Vélez, el objetivo es poner en marcha, de nuevo, el tranvía. Un transporte de quita y pon, depende del color del gobierno local. Veremos lo que dejaron las nieves.

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