Luces y sombras

Antonio Méndez

Aprendices de burro

DESPUÉS de un par de días escuchando y leyendo reflexiones como consecuencia de los cinco millones de parados en España, obtengo como conclusión que nadie tiene ni idea de cómo salir de esto. "Hay que cambiar el modelo y decantarse por otro que aporte valor añadido", "nuestra economía debe ser más productiva", "eliminar la rigidez en el mercado laboral", "incentivar la contratación", "mejorar la formación del capital humano", "apostar por la investigación, la innovación y las nuevas tecnologías", "reformar la administración", "el crédito debe fluir", "hay que redistribuir las desgravaciones". "Sostenibilidad", "cultura emprendedora", "recapitalización", "optimización de activos", "flexibilización"...

Tenemos palabras y frases fetiches que si cotizaran en bolsa dispararían el Íbex. Suficiente vocabulario para sostener sesudos debates entre una clase experta en diagnósticos verbales a toro pasado. Pero, en resumen, como le escuché admitir a una sensata dirigente de una formación política nacionalista, nadie dispone de "una fórmula magistral" para aplicar en cuanto se acabe el puente.

Está claro que podemos cumplir el axioma matemático del burro. Cada día se le dan menos alimentos para acostumbrarlo a no comer. Lo malo es que cuando el método funciona a la perfección el animal se muere. Hay riesgo de perecer de lenta inanición o de rápida pulmonía si se resfría algún banco. Ahora llega el liberalismo puro. Zapatero acabó de un plumazo con la filosofía Keynesiana cuando decidió repartirnos a cada uno 400 euros pensando que así activaba el consumo en España. O cuando ideó ese Plan E, especial aceras debió llamarlo, que seguramente es lo que hubiera hecho cualquier familia en su sano juicio y en apuros: gastarse los últimos ahorros en pintar la casa.

Tocan recortes y ajustes. Y a rezar para que el burro tarde tiempo en aprender la lección.

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