El solar del Astoria está para los restos, los yacimientos arqueológicos. Así interpreto la solicitud del manifiesto La Merced Abierta resumido en: "Por una Plaza de la Merced Abierta y guardando su historia". De "álbum familiar" se trata el asunto de la ciudad-estado-de-opinión pues las excavaciones dejan palpar el pasado de Málaga a piedra seca de un vistazo. De paso también regala desahogo ladrillero con diáfanas vistas a la Alcazaba. Otra perspectiva. Para gustos urbanistas, arquitectos y diseñadores. A los argumentos del cuadrilátero delimitado y simétrico de la Plaza de la Merced con su eje-monolito de Torrijos y sus compañeros fusilados a bulto donde se homenajea la libertad, le ha salido un lote despejado que deja otear el paisaje cosmopolita rompiendo las reglas del monopoly.

Ese buraco da mucho de sí. Cuenta la película de Cenacheriland. Puede elegir usted mismo el estilo: drama, terror, ciencia ficción, western, suspense, catástrofe y también el ambiente del guion: cine histórico, ciencia ficción o fantasía legal. El caso es que como en el peliagudo asunto del Rascasuites del Puerto, la sociedad civil se ha vuelto a movilizar estampando su nombre a pie de documento. Tenemos bajo los adoquines de la Plaza de la Merced restos romanos, moros, cristianos y escarbando para abajo puede que encontremos las sorpresas fenicias de esa Malaka rotulada en la boca del túnel de la Victoria. La plataforma viene a transmitir que en la almendra garrapiñada histórica ya no cabe un grifo de cerveza más y tal vez convenga evitar la querencia al horror vacui, ese pánico al horizonte sin impuesto de bienes inmuebles. El manifiesto La Merced Abierta argumenta que "Los restos que han aflorado allí -romanos, pozos de vida doméstica musulmana, cristianos muertos con sus cruces en el asedio de la ciudad, musulmanes caídos en su defensa, el Hospital de Santa Ana- bien se merecen ser calificados como el álbum familiar de Málaga y, para su apreciación, no necesitamos un edificio de bares, sí un bello parque arqueológico y quizás unas pérgolas con glicinias, un cierre ligero y vegetal de la plaza en su cuarta fachada".

Ya tenemos otra polémica para los restos. Volvemos a la normalidad de siempre y se agradece este debate cotidiano que por unos instantes nos desmarca del omnipresente Covid-19, que también, nos está anulando el olfato para repensar el turismo que no cese.

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