El prisma

Javier / Gómez

Atrapada por su pasado

EN Marbella da igual lo honrada que sea y parezca la mujer del César, todo el mundo acaba por pensar que es una fulana. Son tantos los antecedentes penales, los concejales detenidos y la mala fama acumulada en los estercoleros televisivos, que nadie se va a creer otra cosa. De ello se quejan amargamente en el Ayuntamiento de Ángeles Muñoz: en los días previos a la redentora visita de Michelle Obama, una tele nacional llamaba al Consistorio preguntando cuáles eran los mejores lugares para hacer un reportaje sobre la prostitución. Tu puñetero plató, debieron responder.

Tras el paso de Jesús Gil, de Julián Muñoz, de Marisol Yagüe, fauna selecta del zoo de la corrupción, uno esperaría que el equipo de gobierno del PP fuera absolutamente escrupuloso con todos los procedimientos. Que se preocupara mucho del qué dirán. Que se inhibiera en cualquier concurso público que pudiera provocar suspicacias y reparos morales. Pero no. El último escándalo es la adjudicación de tres locales en el puerto deportivo, propiedad municipal, a una empresa de la que es socio el hermano de una concejal. De Alicia Jiménez que, fíjate que casualidad, es precisamente la que gestiona los puertos. Aunque el contrato ha sido mediante procedimiento negociado, no tenemos muy claro dónde se ha negociado.

No es el primer dolor de cabeza que provocan esta concejal y su familia. Hace unos meses, el PSOE denunció que es la dueña de un edificio en el que el Ayuntamiento tiene un local alquilado. Además de edil, casera del Consistorio. Pero éste no es el único asunto turbio que parece del régimen anterior. Tanto o más grave es el caso del concejal de Medio Ambiente, Antonio Espada, que extrañamente sigue en su puesto a pesar del varapalo judicial que recibió el mes pasado, cuando un juez absolvió a los socialistas Bernal y Radío de una demanda del edil por supuesta intromisión en el honor. Habían denunciado, verazmente, que una empresa de Espada ganó dos contratos de suministro de materiales al Ayuntamiento por más de 234.000 euros.

Por mucho menos, el alcalde de Málaga forzó en diciembre la dimisión de Manuel Marmolejo. Y eso que Málaga no es Marbella y nadie cuestiona que la honradez sea la piedra inexpugnable de la gestión de Francisco de la Torre.

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