La señora Borrás, que acudió a la Zarzuela en representación de JxCat, ha comunicado a su majestad que "los catalanes no tienen Rey". Aunque según todos los indicios España sigue siendo una monarquía parlamentaria de la que forma parte Cataluña. Pero al no ser la señora Borrás una científica, o al menos no hablaba como tal, no podemos exigirle una demostración empírica de su revelación. Por el contrario, al pertenecer a la categoría de los que alimentan su "pensamiento" político de magia e ilusión, actúa como si el golpe, de septiembre-octubre de 2016, hubiese triunfado y viviese tan a gusto en su república independiente. Aunque no sé que pensarán al respecto sus líderes, juzgados estos días en el Supremo, cuya suerte depende en gran medida de que sus defensas sean capaces de demostrar ante el tribunal que el Golpe de Estado (según mantiene la acusación) sólo fue un simulacro. Oí a la diputada en cuestión en una entrevista radiofónica y me llamó la atención que en sus bien articuladas respuestas no hiciese la más mínima concesión a la verdad.

En otra de las audiencias para la investidura, nuestro diputado Garzón regañó al Rey por su decisiva intervención tras el 1 de octubre. Nuestro ilustre representante parece ignorar que la primera obligación del Jefe del Estado es, precisamente, defender el Estado Democrático y de Derecho ¿Cómo se puede exigir a su máxima representación neutralidad entre quienes querían destruir el Estado y los que defendían el orden constitucional? El problema de Garzón, y de muchos de sus colegas, es que se ha dejado seducir por el soberanismo hasta asumir sus mentiras como propias. Parece que olvide que "la verdad ha sido siempre el bastión de los débiles contra la arbitrariedad de los fuertes". En una de sus inteligentes columnas, en estas mismas páginas, decía hace unos días Eduardo Jordá que no entendía como cierta izquierda se echaba en brazos del independentismo "que no sólo quería dividir el país, sino trocear la tesorería de la Seguridad social, dinamitar el fondo de pensiones, destruir los presupuestos de Educación y Sanidad y provocar una catástrofe económica en la que todos -catalanes y demás españoles- saldríamos muy perjudicados". ¿O qué otra cosa ocurriría de conseguir el independentismo sus propósitos? Carece de toda lógica exigir desde la izquierda a la máxima autoridad del Estado neutralidad ante quienes pretenden destruir nuestra convivencia y nuestro bienestar.

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