La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Aznavour

Para mí, como para muchos, es una pérdida personal. Me ha acompañado toda mi vida

Huyendo del genocidio armenio -cuya realidad negada por Turquía siempre denunció- sus padres pasaron en 1915 por París camino de Estados Unidos. Y allí se quedaron. Abrieron un restaurante. La madre era actriz y el padre tenía una bonita voz que hacía llorar a las mujeres cuando cantaba en su local. En 1924 tuvieron un hijo llamado Shahoutrh Varinag Aznavourian Baghdassarian que empezó a actuar y a cantar con su hermana Aída desde los 11 años. En 1941 formó pareja con Pierre Roche para componer canciones que cantaban a dúo en cafés y espectáculos modestos. Pero el éxito no llegaba. Entró en el círculo de la Piaf como hombre para todo: chófer, secretario, amigo, criado, confidente, compositor de algunas canciones que ella inmortalizó -Jezebel y sobre todo Plus bleu que le bleu de tes yeux. Pero el éxito seguía sin llegar. Edith Piaf podía ser tan bondadosa como cruel, tan generosa como cicatera. Creyó en los talentos de Yves Montand y Gorges Moustaki, y los lanzó. Pero nunca en el de él. A veces le dejaba cantar en la primera parte de sus recitales. Pero nada más. "Es bajito, feo y su voz parece un violín desafinado". Pero él creía en sí mismo. Contó sus sueños en una de sus grandes canciones, Je me vois déjà en haut de l'affiche(Me veo ya encabezando el cartel).

Ese día llegó en 1953 con su primer éxito interpretado por él -Sur ma vie- y un triunfal recital en el Olympia parisino, muy apoyado por el gran Charles Trenet. Siempre guardó memoria agradecida de Piaf, a la que amó y respetó pese a no creer en él, y Trenet. Poco antes de morir este hombre a la vez duro y tierno a quien no le gustaba complacerse en la nostalgia dijo, emocionado hasta las lágrimas: "no hay día en que no me acuerde de Piaf y Trenet". SÓlo entre 1954 y 1960 lanzó al mercado, entre singles, EP y LP, 60 discos con nuevas canciones, versiones o antologías. La cifra impresiona. Tenía hambre de éxito, de reconocimiento, de cariño del público, como si quien tan duramente había luchado para llegar temiera que las luces del escenario se apagaran para él. Nunca lo hicieron. Nunca lo harán.

Para mí, como para muchos, la muerte de Charles Aznavour es una pérdida personal. Me ha acompañado toda mi vida desde que un día de 1955, en Tánger, mi padre apareció con su primer LP, el de Ça, Viens au creux de mon épaule, Je t'aime comme ça, Parce que… Lo oigo ahora. Y lloro.

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