PANORAMA SIN EL SILO

Francisco Peñalosa

El 27

REPOBLAR con finlandeses es la solución para acabar con la epidemia de analfabetismo que nos invade. Lo de repoblar Málaga con extranjeros siempre ha producido efectos satisfactorios y rentables. Recuerden las décadas prodigiosas del siglo XIX. Ninguno de los protagonistas tenía apellido vernáculo. Pero eso sí, la repoblación debe hacerse con ciudadanos del primer mundo. No importa si vienen tiesos. Paradójicamente, en la tierra -o el mar- del boquerón aquellos inmigrantes de antaño dejaban de estar boquerones en muy poco tiempo. Porque no es lo mismo ser que estar.

Con el calentamiento económico decimonónico, se produjo un cambio climático cultural en una parte de la sociedad malagueña. Y en ese microclima brotó la relación de Málaga con la Generación del 27.

Lo del 27, más que una casta, familia, clan o linaje, fue una atmósfera intelectual que hizo posible: la Institución Libre de Enseñanza, la Junta de Ampliación de Estudios, la Fundación Nacional para Investigaciones Científicas, la Residencia de Estudiantes, el Grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (Gatepac), etc.

Por desgracia, aquel fenómeno atmosférico-cultural fue un espejismo. De los años de las luces se pasó a los años de las cruces. Se apagaron las farolas y se encendieron las hienas. Todo quedó a oscuras. Excepto para Mayor Oreja que tenía linterna. Aquella afinidad amorosa entre Málaga y los del 27 se transformó en impulsión centrifugadora. Unos partieron hacia el exilio y otros se guarecieron encogidos entre las faldas de las mesas camilla. Pero el 27 marca un antes y un después. Inventan la fusión entre hijos de la ira y nietos del paraíso, entre místicos y tipógrafos, entre fascistas y regeneracionistas, entre homos y heteros. Y, sobre todo, entre la gente del bronce y la crema de la intelectualidad. Saltándose con la pértiga de la exquisitez a esa mugre de la clase media y de la burguesía.

En el póster fundacional de los diez gongorinos sólo hay cinco que pertenezcan al equipo titular: Alberti, Alonso, Diego, García Lorca y Gillén. Porque la alineación oficial era: Alberti, Aleixandre, Alonso; Altolaguirre, Cernuda; Diego, García Lorca, Guillén, Prados, Salinas. No tenían guardameta, pero hubiera podido ser Juan Ramón. Que tenía nombre de portero. J. R. Jiménez hubiera dicho: "¡Sí, para muy poco tiempo / mas como cada minuto / puede ser mi eternidad / qué poco tiempo más único! / ¡Qué bello este vivir siempre de pie / belleza / para el descanso eterno de un momento!". Y luego, hubiera sacado con la mano.

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