Crónica personal

Pilar Cernuda

Los otros

CENTRADOS en el cara a cara entre Zapatero y Rajoy, han quedado muy en segundo plano el resto de los candidatos, que se sienten claramente molestos por la revolución mediática que ha provocado el debate entre los dos candidatos con posibilidades de acceder a la presidencia del Gobierno.

Existen, pero para desgracia de ellos su papel queda relegado al de segundones en esta batalla por hacerse con el poder. Y si el partido ganador lo es por mayoría absoluta -lo que no parece que vaya a ser el caso- entonces los partidos minoritarios tienen muchas posibilidades de convertirse en fuerzas irrelevantes.

Llamazares no oculta su desazón. Ni los nacionalistas su preocupación. Estos últimos se han acostumbrado mal en la última legislatura, han marcado el paso del Gobierno y son multitud los españoles que se plantean la necesidad de reformar la ley electoral para impedir que partidos con escaso número de votos tengan más influencia que partidos que multiplican en mucho sus sufragios. Con Zapatero ha tenido más poder la ERC de Carod que el PP de Rajoy, o que la CiU de Durán y Mas, una formación también nacionalista de Cataluña que además ha ganado las dos últimas elecciones autonómicas de esa comunidad, lo que muchos ciudadanos olvidan.

En esta campaña, quizá más que en las anteriores, la atención se centra casi en exclusividad en los candidatos del PSOE y el PP, porque nunca como en esta ocasión los sondeos indican que cualquiera de los dos partidos puede hacerse con el poder a pesar de que Zapatero no lleva más que una legislatura a sus espaldas, caso insólito. Por tanto, si "los otros" nunca han despertado una expectación exagerada excepto en los tiempos en que el PCE conseguía formar importante y nutrido grupo parlamentario, ahora es todavía menor la curiosidad por saber qué proponen y cómo encaran su futuro. Porque ese futuro dependerá, también, del resultado que logren Zapatero y Rajoy.

Llamazares siempre estará donde estén los socialistas, pero la historia de los últimos treinta años demuestra que tanto los nacionalistas del PNV como de CiU se inclinan por llegar a acuerdos y pactos con el partido que gana, incluso aunque se encuentre en sus antípodas políticas. Los expertos que trabajan para el PSOE admiten con naturalidad que si es Rajoy quien gana las elecciones del 9-M tendrá los apoyos que necesite por parte de CiU y PNV, aunque ahora mismo Urkullu marca distancias con el PP y CiU afirma que si no retira el recurso de anticonstitucionalidad del Estatut no hay nada que hablar con el PP.

"Los otros" protestan por el escaso interés hacia sus propuestas electorales. Que no se preocupen: si se repite la situación de que PSOE o PP ganen por mayoría minoritaria, ya tendrán protagonismo. Esa es su fuerza. Pero también su punto flaco: Zapatero les ha dado tanto poder en la legislatura que acaba que son multitud los españoles que desean que pierdan escaños para impedir así que pisen fuerte en Moncloa.

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