¿Cuándo sí y cuándo no?

La sexualidad, desde el respeto y el cariño, es mucho más versátil que todo lo que nos traten de imponer

Desde el "no es que no" de Pedro Sánchez a Mariano Rajoy en 2016, hasta el "solo sí es sí" con el que se ha bautizado la próxima Ley de Libertad Sexual, parece que vamos a tener que acostumbrarnos a este tipo de pensamientos políticos tan profundos que nos traen los nuevos líderes nacidos en democracia. Pero pensar que todos los problemas de los ciudadanos tienen que tener una solución simplista no deja en buen lugar, ni a la clase dirigente, ni a sus preocupados votantes.

Desde que, en los años 60, el movimiento hippie trajera la revolución sexual, hasta el día de hoy que vivimos un alto grado de represión en este ámbito, es curioso que ambos extremos se hayan definido como progresismo. Hoy hemos centrado la sexualidad únicamente en el sexo, en este proceso de simplificarlo todo hasta anular a la persona, para así poder castigar cualquier conducta no consentida o incluso consentida pero posteriormente repensada. Pero la sexualidad, desde el respeto, el cariño y el enamoramiento, es mucho más amplia y versátil que todo lo que nos traten de imponer.

Hoy cualquier persona joven vive una auténtica incertidumbre en este sentido. Hemos creado un campo de minas donde no hay reglas y, en función de la conveniencia, todo puede ir bien o acabar en denuncia. Porque ya no hacen falta pruebas para incriminar a alguien, no hay que probar su culpabilidad, en este campo es suficiente con el testimonio de una parte, ya sea verdadero o falso. En poco tiempo muchas personas ya no se atreven a encontrarse con otra a solas sin un testigo fiable que esté presente. Este es el resultado de una represión que no tiene límites porque no cree en la madurez de los ciudadanos. Toda conducta puede ser interpretada como sospechosa, como pasa en cualquier régimen totalitario, incluso con la anuencia de los que en el pasado decían defender la libertad.

Sin duda los problemas de abusos a menores y los asesinatos a mujeres, que suceden demasiado a menudo, son algo despreciable. Pero si realmente fuera grave para todos no se impedirían las comisiones de investigación cuando los posibles pederastas vienen de la progresía Porque no se pueden soslayar estos delitos en función de la ideología del que los comete, salvo que hayamos volado por los aires todo el sistema democrático y muchos no nos hayamos enterado. Por tanto, o la ley es igual para todos o acabaremos acusándonos unos a otros sin piedad.

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